Futurismo y narcoguerra en Sinaloa
La rara osadía de querer gobernar
Por más extraños que resulten los brotes de campañas anticipadas con miras al relevo del Gobernador Rubén Rocha Moya, y los llamados del Mandatario estatal a esperar los tiempos formales de la elección de 2027, a varios pretensos se les nota desesperados y hasta rebeldes en cuanto a los exhortos en lo local y lo nacional para que curen las crisis de ansiedad porque el futurismo irreflexivo es lo que menos le conviene ni beneficia a Sinaloa. Al contrario, les serviría de terapia a los adelantados que canalizaran tales ansías en sacar adelante a ciudadanos angustiados y atemorizados por la actual crisis de la seguridad pública.
Pero son los partidos políticos los que muestran antes de tiempo los apetitos de poder mediante la imprudencia de pensar en los votos cuando la emergencia por la violencia apremia a utilizar la energía disponible para organizar a los sinaloenses en el incalculable esfuerzo de construcción de paz en lo inmediato y de largo plazo. Hay una parte de ambición y otra de insensibilidad al creer que la gente está pensando en cómo utilizar el sufragio.
En el Movimiento Regeneración Nacional se ha determinado que en marzo de 2026 empezarán las encuestas que serán uno de los elementos para definir al candidato o candidata y de ser cierto esto pues canta con premura el inicio de la cuenta regresiva en la lucha por la preferencia prelectoral. Se trata de menos de un año para que los aspirantes se metan al conocimiento público con miras a ser bien evaluados.
En esos ejercicios de calentamiento están concentrados las morenistas Imelda Castro Castro, María Teresa Guerra Ochoa, Merary Villegas Sánchez y Estrella Palacios Domínguez, en ese orden del hándicap inicial por si el partido de la Cuarta Transformación decidiera por candidata, así como Enrique Inzunza Cázarez, Jesús Ibarra Ramos y Feliciano Castro Meléndrez en tal formación en los arrancaderos para aspirantes del sexo masculino.
Por parte del Partido Revolucionario Institucional los recientes relevos en el Comité Directivo Estatal propician que al reconfigurarse el organigrama en la cúpula tricolor local también se reacomodaron las apetencias. Por el sector femenino se forman Paloma Sánchez Ramos a la cabeza, Paola Gárate Valenzuela en segundo lugar y Liliana Cárdenas, en tercero; si el machismo hace de las suyas están Mario Zamora Gastélum, Bernardino Antelo Esper y César Emiliano Gerardo Lugo.
En los demás partidos se achican las opciones: en Acción Nacional puntea Roxana Rubio, no hay más en lo femenino, y por los hombres figuran Eduardo Ortiz y Guillermo Romero; por el Sinaloense cobran fuerza Angélica Díaz viuda de Cuén y Robespierre Lizárraga Otero; en el Verde las piezas son Ricardo Madrid, Rodolfo Valenzuela Sánchez y Luis Ángel Solano Guatimea y por Movimiento Ciudadano la única carta factible es Sergio Torres. Además están los “comodines” Jesús Estrada Ferreiro, Luis Guillermo Benítez Torres y Gerardo Vargas Landeros por si alguna de las siglas sin candidaturas rentables se quiera echar alguno de esos trompos a la uña.
A manera de sugerencia, la evaluación que se les haga a todos tendría que girar en torno a una sola pregunta: ¿cómo solucionarían la actual y venideras barbaries derivadas de choques entre facciones del narcotráfico de Sinaloa? Y si alguno ofrece la pócima maravillosa para la paz positiva, no para la pax narca, pues que se quede con la candidatura y hasta con la Gubernatura.
Es que los sinaloenses necesitamos desentrañar el misterio de qué mueve a los pretensos para querer tomar el cargo en el contexto de narcoguerra que muy posiblemente prevalecerá, ya sea con paz tensa o violencia de menor intensidad, cuando llegue el día de la elección y de la asunción del nuevo Gobernador. Esa inaudita obsesión de pelearse por venir a instalar nuevos letreros de “piérdase aquí toda esperanza” es todo un enigma para desentrañar por la psiquiatría. ¿Son conscientes de lo que están deseando?
Y por más que Rocha Moya, a quién le toca la desventura de gobernar en el contexto del más grande choque en el Cártel de Sinaloa, llama a la calma a los candidatos acelerados, éstos andan tan alborotados que ni ven ni les importa el fuego cruzado tomando la vida de inocentes.
Lo que ganarán con los votos,
Y al parecer no les aterra,
Es el Sinaloa de posguerra,
Páramo de los sueños rotos.
Algo parecido ocurre en el ámbito nacional con el Secretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana del Gobierno Federal, Omar García Harfuch, que de seguir acopiando simpatías superará a la Presidenta Claudia Sheinbaum en el alto rating que tiene en las redes sociales. Está trepado en la formidable pasarela con miras a la elección de 2030 en la cual se elegirá quién le pondrá el tercer piso a la Cuarta Transformación. Pero nuestro Batman versión azteca se halla parado también sobre la bomba de tiempo que son las guerras que la delincuencia organizada libra en diferentes regiones de México. He ahí el teorema de quién cuidará al que nos debe cuidar a todos los mexicanos.