Amplias zonas de la ciudad, antes parcialmente fuera del radar institucional, ahora son incorporadas al sistema de videovigilancia a partir de una premisa simple, pero poderosa: ver mejor no es capricho tecnológico, sino una decisión política.
En ese marco debe leerse el incremento de 36.4 por ciento en el número de cámaras de videovigilancia de la ciudad, impulsado con la instalación de 30 mil 400 nuevos dispositivos y el despliegue de 15 mil 200 tótems, cuyo avance ronda ya el 95 por ciento.
No se trata solo de cifras récord ni de competir en rankings globales, aunque inevitablemente la capital se coloca por encima de ciudades como Nueva York, Chicago o Río de Janeiro, y se aproxima a urbes como Londres o Seúl. El dato relevante es que, por primera vez, la expansión de esta infraestructura se diseñó con una lógica territorial la cual prioriza a quienes han tenido menos presencia institucional.
La estrategia rompe con el viejo reflejo de concentrar vigilancia en zonas centrales, turísticas o políticamente visibles. La instalación se orientó a periferias, colonias con alta movilidad cotidiana, zonas de conexión metropolitana y espacios donde la gente transita, trabaja y vive sin reflectores. El reforzamiento de áreas como Topilejo es una señal de justicia territorial aplicada a la seguridad, una de las agendas más sensibles para cualquier gobierno.
Cada nuevo tótem del C5 —bajo el programa Ojos que Te Cuidan, instruido por la Jefa de Gobierno, Clara Brugada— incorpora dos cámaras PTZ con cobertura de 360 grados. En conjunto, amplían de manera significativa el campo de observación institucional y mejoran la coordinación operativa con la Secretaría de Seguridad Ciudadana y la Fiscalía capitalina.
El verdadero giro no es solo en tecnología, sino en el método. La definición de puntos de instalación se construyó a partir de análisis de riesgo y legitimidad comunitaria. Las peticiones recogidas en esquemas de acercamiento directo —como Zócalo Ciudadano y Casa por Casa— influyeron de manera concreta en el mapa final.
Los beneficios son evidentes. La red amplía la capacidad de prevención, fortalece la atención de emergencias y se articula con líneas ya existentes como el 9-1-1, *765 para violencia contra las mujeres, 089 de denuncia anónima y la línea antiextorsión 55 5036 3301.
Hay retos evidentes, como evitar la ilusión de la videovigilancia que, por sí sola, resuelve problemas estructurales. Las cámaras no sustituyen patrullajes inteligentes, políticas sociales ni reconstrucción del tejido comunitario. Funcionan mejor cuando se integran a una estrategia donde la prevención depende de la mirada tecnológica y la presencia institucional sostenida.
No es el final del camino, pero sí un punto de inflexión en la geografía de la videovigilancia en la CDMX.
Salvador Guerrero Chiprés (@guerrerochipres) es coordinador general del Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano de la Ciudad de México (@C5_CDMX).