Geografías de la crueldad: el otro México

16/12/2025 04:00
    Algo no cuadra. Si los homicidios —y prácticamente todos los delitos de alto impacto— descienden con rapidez, ¿por qué la evidencia muestra territorios donde se entretejen violencias crónicas que, lejos de contraerse, se expanden?

    Durante las Jornadas por la Reducción de la Violencia Homicida transitamos por múltiples territorios del país convertidos en geografías de la crueldad. Escuchamos a más de treinta y cinco especialistas dedicados a descifrar las violencias y la delincuencia a nivel local. Las sesiones trazaron historias que colisionan con el relato oficial según el cual la privación de la vida disminuye aceleradamente.

    Algo no cuadra. Si los homicidios —y prácticamente todos los delitos de alto impacto— descienden con rapidez, ¿por qué la evidencia muestra territorios donde se entretejen violencias crónicas que, lejos de contraerse, se expanden?

    ¿Menos homicidios y más desapariciones y fosas clandestinas?

    ¿Menos homicidios y más personas buscadoras asesinadas, más ataques contra integrantes de órdenes religiosas, más periodistas ultimados y más mujeres muertas por arma de fuego desde la infancia hasta la vida adulta?

    ¿Menos homicidios y mayor reclutamiento de jóvenes para el sicariato?

    ¿Menos homicidios y expansión urbana y no urbana de la violencia letal?

    ¿Menos homicidios y más armas de fuego de fácil acceso, aligeradas para ser manipulables por niñas y niños?

    ¿Menos homicidios y más desplazamiento forzado precedido precisamente por la amenaza letal?

    ¿Menos homicidios y más cuerpos acumulados en servicios forenses y fosas comunes?

    Las Jornadas documentaron casos de manipulación de registros oficiales, disputas entre estados por la contabilidad de cadáveres y desapariciones que no se reportan. Todo ello atravesado por una confirmación: la impunidad opera como condición estructural con niveles abrumadores. Cuando las investigaciones existen, suelen detenerse en los autores materiales sin alcanzar a los intelectuales.

    Los relatos que cartografían estas geografías de la crueldad revelan un trasfondo institucional que oscila entre la incompetencia, la negligencia y la captura por redes criminales.

    Estamos preparando un documento de síntesis analítica de todas las sesiones. Por lo pronto, es posible consultar las conferencias y paneles: el primer día en la Ibero CDMX, el segundo en El Colegio de México y el tercero en el Centro de Exploración y Pensamiento Crítico, en sesión coordinada por México Evalúa.

    Hay un país en el relato oficial, donde las muertes violentas se cuentan a la baja. Y existe otro país en los territorios donde dejar los homicidios en la impunidad ha convertido a la violencia letal en un nodo organizador de violencias múltiples y continuas. Ocurre, por ejemplo, cuando alguien que huyó para evitar ser asesinado cruza rutas controladas por el crimen, es atacado y reclutado, sometido a trabajo forzado en el sicariato y, finalmente, condenado a la dicotomía de matar o morir, hasta terminar asesinado.

    Ese es el México de las geografías de la crueldad.

    Durante las Jornadas por la Reducción de la Violencia Homicida transitamos por múltiples territorios del país convertidos en geografías de la crueldad. Escuchamos a más de treinta y cinco especialistas dedicados a descifrar las violencias y la delincuencia a nivel local. Las sesiones trazaron historias que colisionan con el relato oficial según el cual la privación de la vida disminuye aceleradamente.

    Algo no cuadra. Si los homicidios —y prácticamente todos los delitos de alto impacto— descienden con rapidez, ¿por qué la evidencia muestra territorios donde se entretejen violencias crónicas que, lejos de contraerse, se expanden?

    ¿Menos homicidios y más desapariciones y fosas clandestinas?

    ¿Menos homicidios y más personas buscadoras asesinadas, más ataques contra integrantes de órdenes religiosas, más periodistas ultimados y más mujeres muertas por arma de fuego desde la infancia hasta la vida adulta?

    ¿Menos homicidios y mayor reclutamiento de jóvenes para el sicariato?

    ¿Menos homicidios y expansión urbana y no urbana de la violencia letal?

    ¿Menos homicidios y más armas de fuego de fácil acceso, aligeradas para ser manipulables por niñas y niños?

    ¿Menos homicidios y más desplazamiento forzado precedido precisamente por la amenaza letal?

    ¿Menos homicidios y más cuerpos acumulados en servicios forenses y fosas comunes?

    Las Jornadas documentaron casos de manipulación de registros oficiales, disputas entre estados por la contabilidad de cadáveres y desapariciones que no se reportan. Todo ello atravesado por una confirmación: la impunidad opera como condición estructural con niveles abrumadores. Cuando las investigaciones existen, suelen detenerse en los autores materiales sin alcanzar a los intelectuales.

    Los relatos que cartografían estas geografías de la crueldad revelan un trasfondo institucional que oscila entre la incompetencia, la negligencia y la captura por redes criminales.

    Estamos preparando un documento de síntesis analítica de todas las sesiones. Por lo pronto, es posible consultar las conferencias y paneles: el primer día en la Ibero CDMX, el segundo en El Colegio de México y el tercero en el Centro de Exploración y Pensamiento Crítico, en sesión coordinada por México Evalúa.

    Hay un país en el relato oficial, donde las muertes violentas se cuentan a la baja. Y existe otro país en los territorios donde dejar los homicidios en la impunidad ha convertido a la violencia letal en un nodo organizador de violencias múltiples y continuas. Ocurre, por ejemplo, cuando alguien que huyó para evitar ser asesinado cruza rutas controladas por el crimen, es atacado y reclutado, sometido a trabajo forzado en el sicariato y, finalmente, condenado a la dicotomía de matar o morir, hasta terminar asesinado.

    Ese es el México de las geografías de la crueldad.