Afinales de año solemos mirar el calendario con prisa. Cerramos pendientes, hacemos balances, pensamos en lo que sigue. Pero pocas veces nos detenemos a hacer algo igual de importante: agradecer. Agradecer no como un gesto automático, sino como un acto consciente, profundo, casi necesario.
En el Banco de Alimentos, el cierre de año no se mide solo en toneladas rescatadas, paquetes entregados o familias atendidas. Se mide, sobre todo, en personas. En voluntades que se sumaron, en manos que trabajaron sin reflectores, en decisiones que se tomaron pensando en el bien común y no en el beneficio propio.
Agradecer implica reconocer que nada de lo logrado habría sido posible en soledad. Que cada jornada larga, cada reto operativo, cada momento de incertidumbre, fue sostenido por un equipo que decidió creer y permanecer.
Los colaboradores, desde cada una de sus áreas, han hecho mucho más que cumplir una función: han puesto corazón, compromiso y una enorme dosis de humanidad. Su trabajo no siempre se ve, pero se siente todos los días en cada familia que recibe alimento.
También es justo agradecer a los aliados. A quienes confiaron, donaron, apoyaron y apostaron por una causa que no siempre es sencilla. En un contexto complejo, donde abundan las urgencias, decidir apoyar al banco de alimentos es una declaración de valores.
Es decir: aquí estoy, quiero ser parte de la solución. Ese respaldo, constante o puntual, es lo que permite que la operación siga avanzando y que el impacto sea real.
Y cómo no agradecer al patronato. A quienes, muchas veces desde la discreción, asumen la responsabilidad de orientar, cuidar y fortalecer la institución. Su acompañamiento no es menor: implica tiempo, criterio, visión y, sobre todo, confianza. Confianza en el proyecto, en las personas y en que el esfuerzo vale la pena.
Agradecer no es cerrar un ciclo; es darle sentido. Es entender que el año no fue perfecto, que hubo errores, cansancio y momentos difíciles, pero que aun así se avanzó. Que lo logrado es resultado de un esfuerzo colectivo y que reconocerlo nos hace más conscientes, más humildes y también más fuertes.
Tal vez el mejor cierre de año no está en los números ni en los informes, sino en la capacidad de decir gracias con honestidad.
Gracias por el apoyo, por la paciencia, por la entrega. Gracias por creer. Porque cuando el agradecimiento es genuino, no solo honra el pasado, también prepara el camino para lo que viene.