Granjas de pulpos. ¿No hemos aprendido nada?

    Los estudios sobre bienestar animal de los pulpos indican que no hay forma de que una granja les brinde las condiciones que necesitan: son seres solitarios e inteligentes que pueden dañarse fácilmente entre sí cuando hay más de un pulpo en cautiverio en el mismo tanque. Debido a su inteligencia, los pulpos son susceptibles al aburrimiento y a la frustración, para asegurar su bienestar deben tener un medio ambiente con retos y estímulos.

    La población de pulpos en estado silvestre está disminuyendo rápidamente por el gran apetito de los seres humanos, y en vez de volverse una especie protegida luego de todo lo que se ha descubierto sobre su inteligencia y capacidades cognitivas, algunos países como España, Japón, México y Australia están en avanzada para crear granjas de pulpos.

    ¿Por qué mi indignación? Hay que recordar que hace semanas celebrábamos el reconocimiento de la sintiencia precisamente de los pulpos en el Reino Unido. La comunidad científica muestra evidencia sólida de la compleja capacidad cognitiva de los pulpos: tienen cerebros grandes y complejos. Su inteligencia ha sido probada en muchos experimentos científicos, son seres cuyo comportamiento muestra una necesidad de estímulos cognitivos. La vida en una granja para un pulpo será simplemente miserable, al grado que la comunidad científica en el Reino Unido considera que no es posible dar alto bienestar a los pulpos en las granjas y que se debería considerar la posibilidad inclusive de prohibir la importación de “pulpo cultivado” por incumplir los mínimos estándares del bienestar animal.

    Vivir en pandemia nos ha mostrado el peligro de mantener a miles de individuos en confinamiento intensivo. Lo hemos hecho con las gallinas, con los cerdos, con las vacas, los conejos y los pavos en granjas industrializadas y parece que aún no hemos aprendido sobre lo problemático que es para estos individuos mantenerlos en condiciones de inconmensurable sufrimiento. Los estudios sobre bienestar animal de los pulpos indican que no hay forma de que una granja les brinde las condiciones que necesitan: son seres solitarios e inteligentes que pueden dañarse fácilmente entre sí cuando hay más de un pulpo en cautiverio en el mismo tanque. Debido a su inteligencia, los pulpos son susceptibles al aburrimiento y a la frustración, para asegurar su bienestar deben tener un medio ambiente con retos y estímulos. ¡Pensemos en las historias que circulan sobre pulpos que escapan de los acuarios o que se roban trampas para pesca!

    Muy similar a lo que sucede con las gallinas, los cerdos, las vacas y los conejos hay una secrecía hacia el público consumidor sobre lo que sucederá con los pulpos en las granjas. Nadie sabe aún cómo serán los tanques, cómo se les alimentará ni cómo se les matará. De acuerdo a organizaciones como Compassion in World Farming, no existe un método de procesamiento “humanitario” validado por la ciencia. Más allá de que no hay nada humanitario en quitarle la vida a ningún animal sano que no la quiere perder, recordemos que los pulpos son carnívoros y se alimentan de animales vivos que sacan directamente del mar. Las poblaciones de estos animales ya están bajo gran presión por la sobrepesca y están en declive, por lo que el supuesto beneficio de conservar las cifras de pulpos en estado silvestre se ve opacado por el impacto ambiental en otras especies. Y eso que, por brevedad, optaré por no hablar ahora sobre la contaminación por fósforo y nitrógeno de las heces de los animales confinados, la contaminación por fertilizantes, alguicidas, herbicidas y desinfectantes, el uso excesivo de antibióticos y la transmisión de enfermedades entre las variedades de granja y las silvestres.

    Por ahora, solo queda esperar que los gobiernos y las empresas entiendan la ausencia de bienestar animal y los problemas ambientales en la producción de pulpo a una escala industrial, antes de causar un daño irreversible. Sé que todas las personas que nos dedicamos a la defensa animal tenemos la ilusión de que 2022 sea un año en el que empiecen a invertir su tiempo, dinero y energía en transformar el sistema alimentario en uno compasivo y sostenible.

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