Heridas y cicatrices

    Siempre son dolorosas las heridas, pero sus cicatrices son huellas que recuerdan el camino de la victoria. En efecto, cada cicatriz revela la enseñanza y crecimiento que legó un proceso doloroso. No quisiéramos haber atravesado el momento conflictivo, mas no podemos olvidar la sabia pedagogía que nos brindó.

    Siempre son dolorosas las heridas, pero sus cicatrices son huellas que recuerdan el camino de la victoria. En efecto, cada cicatriz revela la enseñanza y crecimiento que legó un proceso doloroso. No quisiéramos haber atravesado el momento conflictivo, mas no podemos olvidar la sabia pedagogía que nos brindó.

    Hay cicatrices que no son demasiado estéticas, que afean el rostro o deforman nuestro cuerpo. Empero, aun así, la cicatriz recuerda que la adversidad no tuvo la última palabra. Por eso, la técnica Kintsugi, de la cual ya hemos hablado en otra ocasión, no trata de ocultar las roturas de algún objeto o cacharro, sino que se dedica a repararlas con resina y con recubrimientos de oro para otorgarle mayor valor y distinción, en una nueva concepción estética.

    José María Olaizola escribió un poema titulado La herida, en el que adopta este punto de vista, pero enriqueciéndolo con la concepción escatológica cristiana. Por eso, afirmó: “Al final de la vida llegaremos con la herida convertida en cicatriz. El amor pasará varias facturas. El camino nos dejará mil huellas. Con la misma pared tropezaremos. Alguna decepción nos hará mella. Mas somos hijos de un Dios enamorado. Sedientos buscadores de respuestas”.

    Añadió: “Lucharemos a muerte con el ego. Sentiremos que el tiempo nos aprieta. Guardaremos derrotas en la entraña. Perderemos la música y la fiesta. Y, con todo, seguiremos bailando. Porque así somos, humanos en tu estela. Portadores de un fuego inextinguible. Creyentes en un mundo sin fronteras”.

    Prosiguió: “Somos fragilidad entusiasmada, soñadores que no se desesperan. Nunca renunciaremos al mañana, aunque en el hoy nos toque la tormenta. Y si acaso se agrietan los motivos por los que un día elegimos tu bandera, agrietados seguiremos caminando, que tu evangelio es ahora nuestra tierra”.

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