Hiperinflación

BUHEDERA
12/10/2021 04:12

    Hasta que la muerte nos repare.

    Hiperinflación alemana

    “(En su penetrante relato de 1925) Thomas Mann es tan agudo al retratar los efectos psicológicos de la inflación como lo es al retratar los efectos económicos, sociales y políticos. Como él mismo muestra, la inflación cambia fundamentalmente la forma de pensar de la gente, obligándola a vivir el momento, el ‘aquí y ahora’. No sirve de nada planificar para el futuro, ya que la inflación, especialmente la hiperinflación, hace que las condiciones futuras sean inciertas e impredecibles. Como demostró Mises, el efecto más insidioso de la inflación es que hace que el cálculo económico sea casi imposible. De ese modo, destruye la ética protestante, que desde Max Weber (1864-1920, intelectualmente precoz. El regalo de Navidad que les hizo a sus padres en 1876, cuando tenía 13 años, fueron dos ensayos históricos) se ha visto ligada al capitalismo.

    https://mises.org/library/hyperinflation-and-hyperreality-thomas-mann-light-austrian-economics

    ¿De qué sirve ahorrar dinero si ese dinero pronto perderá valor como resultado de la inflación? Mann muestra que en un entorno inflacionario, la estrategia racional es gastar tu dinero tan rápido como lo ganes. Así, la inflación trabaja para acortar los horizontes temporales de todos, destruyendo precisamente esas actitudes y hábitos que normalmente hacen a la clase media trabajadora e inversionista prudente, esas fuerzas que la llevaban a restringir su consumo presente en aras de incrementar la producción futura.

    Este efecto de la inflación explica por qué la juventud ha llegado a dominar el mundo del ‘desorden y el dolor temprano’ (título de su relato) y por qué la generación mayor ha perdido su autoridad. Los jóvenes son más adaptables a las condiciones cambiantes, mientras que los viejos se empeñan en actuar como antes. De ahí que los jóvenes se enfrenten mejor a la inflación: ‘la clase media alta ... parece bastante extraña ... con su ropa gastada y cambiada y su forma de vida alterada. Los niños, por supuesto, no saben nada más; para ellos es normal y regular. ... El problema de la ropa no les preocupa en absoluto. Ellos y sus semejantes han desarrollado un traje a la medida de la época, más por pobreza que por gusto hacia la innovación: en verano consiste en poco más que una bata de lino con cinturón y sandalias. Los padres de clase media encuentran las cosas bastante más difíciles’. (pág.182)

    Mann señala que la inflación cambia incluso la forma en que las personas se visten, pero, lo que es más importante, ve que altera la dinámica entre las generaciones en la sociedad, dando a los jóvenes una gran ventaja sobre los maduros. Al no haber experimentado la estabilidad económica, los jóvenes de Alemania están más capacitados para seguir el flujo inflacionario.

    Un análisis de ‘Desorden y dolor temprano’ sugiere que las teorías existencialistas no brindan una idea de la condición humana como tal, sino que son solo una respuesta a condiciones económicas específicas en el Siglo 20, la Era de la Inflación. Los teóricos que proclaman triunfalmente la ilusión de la existencia humana están simplemente reflejando el mundo creado por la política monetaria del gobierno, la red de ilusiones endémica de la era del papel moneda. En esta época el dinero en sí mismo no representa nada y, por lo tanto, toda representación se vuelve problemática. El error ocurre cuando estos filósofos universalizan a partir de su limitada experiencia histórica y ven el mundo provocado por la economía keynesiana como coextensivo con la vida humana en general. Leer la historia de Mann puede recordarnos que no es la vida humana como tal lo que es irreal: es el dinero que nuestros gobiernos nos han impuesto subrepticiamente en una política inflacionaria que ha hecho que nuestro sentido de la realidad se atenúe en el Siglo 20”.

    O sea, camaradas babyboomers nacidos entre 1946 y 1964, esto explica por qué estamos siendo borrados por los millennials, generaciones X, etc, y nuestras recetas y pautas no sirven más (para mi propio asombro, yo vivo desde hace diez años con una maravillosa e inteligentísima joven mujer nacida en 1992; hace lo que puede para actualizarme).