Llamamos huachicol a toda venta ilegal de combustibles y éste tiene varias modalidades. Existe desde el burdo robo de gasolinas extraídos de los ductos de Pemex, hasta el saqueo de las instalaciones oficiales de la paraestatal que presenta dos variantes: uno es el robo hormiga de algunos empleados coludidos, y otro el robo oficializado a través del sindicato que se queda con los “excedentes” que derivan de los ajustes volumétricos por las tolerancias de los sistemas de medición de fluidos.
Estas tolerancias por la gasificación en las gasolineras, según Profeco, son del 6 por ciento, por lo que, multiplicado por los miles de millones de litros de combustibles que maneja Pemex, genera “excedentes” que deberían quedar a favor de la paraestatal, pero terminan siendo vendidos por altos funcionarios y los líderes sindicales.
Hoy tenemos una nueva modalidad que se le llama huachicol fiscal y que su práctica se detonó durante el sexenio de López Obrador. El huachicol fiscal consiste en importar grandes cantidades de gasolina o diésel e introducirlo al País como lubricantes o aditivos para evitar el pago de IEPS y aranceles. Es un fraude a la hacienda pública.
México produce aproximadamente 306 mil barriles diarios de gasolina mientras el consumo es de 762 mil barriles diarios, según cifras de mayo de 2025. Es decir, el País solo produce el 40 por ciento de las necesidades de combustible, lo que obliga a que los faltantes 450 mil barriles sean importados para cubrir la demanda nacional.
La EIA (Energy Information Administration) informa que el precio promedio de la gasolina regular en Estados Unidos fue al 15 septiembre de 2025 de 3.168 dólares por galón, es decir 15.48 pesos por litro. Mientras que en la costa de Texas el costo es más del 10 por ciento más barata, es decir 2.774 dls / galón, o sea 13.56 pesos/litro. Como se deduce, el precio de las gasolinas al público en los Estados Unidos es 10 pesos más barata que en México.
La misma agencia EIA nos dice que, del precio al público, 68 por ciento es el costo del crudo y refinación, o sea un precio de la gasolina al mayoreo de alrededor de 11 pesos que muestra un grandísimo diferencial de precio de más de 100 por ciento contra el costo en México de 24 pesos/lt.
El huachicol sólo es posible cuando existe un diferencial muy alto de precios entre los combustibles de México y los Estados Unidos. México pudo haber bajado el precio de las gasolinas, sin embargo, mantuvo el diferencial, incentivando así el contrabando.
La consultora Petro Intelligence nos dice que el contrabando de combustible representa el 30 por ciento de lo que se comercializa en el País, y que sólo en 2024 entraron 18 mil millones de litros ilegales lo que significó un costo a las finanzas públicas de unos 177 mil millones de pesos, reporta el diario El País.
Este volumen de litros de combustible de contrabando, de flujos generado por el diferencial de precios, y de evasión fiscal era imposible que pasara desapercibido por las autoridades aduanales, SAT, financieras y de seguridad nacional. Así lo dice un reporte de Sedena en Guacamaya Leaks, donde señala que existen operaciones de contrabando de combustibles disfrazados de lubricantes desde 2020.
Hoy sabemos que en este escandaloso fraude al erario se unieron la corrupción organizada con el crimen organizado, y destapa una red de corrupción de las fuerzas armadas, funcionarios públicos y empresarios coludidos con carteles de la droga dedicados al huachicol y beneficia a la clase política morenista en el poder para financiar elecciones.