El pasado sábado 7 de octubre celebramos la 9na edición del torneo anual de golf, sin embargo, este fue un torneo distinto a los demás. Algunos días antes del torneo, nos amenazaba la posible afectación del Huracán Lidia.
Desde las 5 am del mismo sábado 7 de octubre, llovía a cántaros en Culiacán.
Inevitablemente se nos vino a la mente la posibilidad que el torneo de golf no se iba a realizar, con todas las consecuencias e implicaciones que tendría para nuestra organización y aliados, la cancelación de este magno evento donde participarían más de 50 empresas y 150 jugadores. Desde las 5 hasta pasadas las 7 am, reinó en quienes organizamos este evento, una gran incertidumbre.
Poco antes de las 8 am dejó de llover, afortunadamente se dio inicio en tiempo y forma, el torneo tuvo durante todo el día un clima envidiable, inmejorable había resultado la situación climática para el evento. Normalmente en otros años, era mucho el calor en esas fechas, pero la lluvia de horas antes, había bajado considerablemente la temperatura, lo que hizo para los asistentes un día muy ameno.
Por un lado, rezábamos que dejara de llover, que no afectara nuestro evento la lluvia, pero también es cierto que la incertidumbre que vivimos, no se asemeja ni en lo más mínimo a la incertidumbre que viven miles de agricultores y demás sectores por la falta de lluvia, hemos de aceptar que durante por un momento pecamos de egoístas y solo pensamos en nosotros, en nuestro evento.
De antemano si la temporada agrícola no se desarrolla con normalidad, sabemos perfectamente que las afectaciones serán por mucho más serias que un simple evento deportivo, que habrá más afectados y que nosotros inclusive estamos dentro de los afectados directos y qué decir de nuestros aliados horticultores.
La incertidumbre de un agricultor, inclusive tampoco es equiparable a la que sufre una familia en pobreza alimentaria. Por definición del mismo CONEVAL, la pobreza alimentaria se define como la incapacidad para obtener una canasta básica alimentaria, aun si se hiciera uso de todo el ingreso disponible en el hogar para comprar sólo los bienes de dicha canasta.
Solo imaginemos la incertidumbre que tiene una persona al no saber si va a comer, no hay ninguna incertidumbre que se pueda asemejar a la que un padre o madre de familia tiene todos los días por no saber cuánto alimento podrá llevar a casa, o si inclusive, podrá llevarlo.
La incertidumbre de una familia en pobreza o pobreza alimentaria, de saber si el ingreso diario, semanal o quincenal le alcanzará para alimentarse o poder comprar medicinas en alguna emergencia de salud, debe de ser una de las más difíciles de sobrellevar.
Estas anécdotas nos invitan a reflexionar sobre lo diferente que pueda resultar la misma situación para varias personas, lo que para unos pueda ser catastrófico para otros es una bendición, nos lleva inevitablemente a ser mucho más empático con otras causas y personas.