Bajo el signo de Ómicron el panorama de este tránsito anual entre el 2021 que concluye y el 2022 que nace se ensombrece encapotado por la presencia de la mutación viral mediante la cual el Covid-19 confirma su patente de permanencia y con ello extiende indefiniblemente la persistencia de una realidad plagada de esa incertidumbre que vaga y trompica entre la esperanza y la frustración, entre la fortuna y el dolor.

    Bajo el signo de Ómicron el panorama de este tránsito anual entre el 2021 que concluye y el 2022 que nace se ensombrece encapotado por la presencia de la mutación viral mediante la cual el Covid-19 confirma su patente de permanencia y con ello extiende indefiniblemente la persistencia de una realidad plagada de esa incertidumbre que vaga y trompica entre la esperanza y la frustración, entre la fortuna y el dolor.

    Se dice que solamente el ser humano reincide en un mismo error, y eso configura la posibilidad de que las autoridades de Salud asumiesen nuevamente una actitud tan errátil como la que evidenciaron en 2020 ante la aparición del Covid-19. Basta con recordar que el doctor Hugo López-Gatell Ramírez pronosticó un registro de 8 mil muertos como tope crítico de la pandemia en México, y el hecho de que en la actualidad ese índice se acerca ya al medio millón de defunciones refleja una aventurada concepción basada en la minusvaloración de la gravedad del mal.

    Al parecer esa misma tendencia obra en la posición oficial actual ante la presencia de la variante Ómicron que, aunque al parecer no es tan letal como sus antecesoras virales, está sentando constancia en el sentido de que es inmensamente contagiosa, lo cual ha movido a la Organización Mundial de la Salud a declarar un estado de alerta que está siendo atendido en varios países, incluyendo el vecino del Norte. Esa reacción protectora se manifiesta en la cancelación de vuelos y en otras acciones protocolarias de orden sanitario.

    En ese aspecto cabe observar que en México, Sinaloa incluido, se han tomado medidas precautorias en el renglón portuario al cancelar la recepción a pasajeros que arriben en los cruceros turísticos donde hayan sido detectados casos de Covid-19. Esta acción no ha sido bien recibida por los comerciantes y los prestadores de servicios, los cuales resultan económicamente afectados al ser suspendida la derrama económica que esos visitantes generan, pero no deja de ser una decisión puntual. Por cuanto al movimiento comercial aéreo en México se mantiene una política discrecional, en contraposición con otros países, como el caso de Estados Unidos, donde la cancelación de vuelos crece por miles diariamente.

    En el ámbito sinaloense la autoridad estatal está manifestando una congruente actitud precautoria ante la amenaza de contagio masivo por Ómicron, lo cual enfrenta al Secretario de Salud, Héctor Melesio Cuén Ojeda, con la aventurada postura de “El Químico”, Luis Guillermo Benítez Torres, quien insiste en exponer a Mazatlán al riesgo de contagio masivo que late en su proyectada celebración del fin de año en el paseo Olas Altas.

    Y en Sinaloa cobra ahora alarmante presencia la maldita escalada criminal que en menos de una semana ha cobrado dos feminicidios cuya terrible agravante es que las víctimas han sido una niña de 13 años, en Mazatlán, y otra de 6 años en un campo agrícola de Navolato. Ambos casos son una hoguera de indignación que solo podrá ser aplacada mediante la acción de la justicia, lo cual representa un reto que compete asumir a la Fiscal General del Estado, Sara Bruna Quiñones Estrada, de cuya integridad no parece haber duda alguna.

    En el ámbito nacional subsiste la confrontación entre el Presidente Andrés Manuel López Obrador y el Instituto Nacional Electoral en torno a la famosa consulta sobre la revocación de mandato, y el hecho de que el conflicto maneje cuál motivo a la democracia mueve a recordar que uno de los miembros consentidos del Gabinete de la 4T sea precisamente Manuel Bartlett, actual titular de la Comisión Federal de Electricidad, que en las elecciones de 1988 fue el autor en jefe de la famosa “caída del sistema”, uno de los más extremosos atentados que haya registrado la democracia en México.

    Esta noche se celebra la salutación de Año Nuevo, lo cual atiza otro motivo de incertidumbre en torno a la forma que cobre esa recepción, año con año traducida en una lluvia de balas generada por las balaceras como temerario ritual potencialmente letal que signa una tradicional manifestación de extrema inconciencia.

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