Déjame vivir, que yo me ocuparé de vivir bien.
En relación con el congreso mundial celebrado en Shanghai en julio por la ISBEE (International Society for Business and Economic Ethics), Doménec Melé, de la escuela de negocios española IESE, se plantea el tema de la innovación responsable y se pregunta qué pueda aportar la ética. Él recogió las siguientes ideas, que le parecieron interesantes.
En sentido amplio, la innovación se aplica a productos, servicios y procesos, cuyo protagonista es la tecnología, que introduce cambios a veces radicales.
A primera vista, la innovación parece éticamente indiferente y su valoración moral se relacionaría únicamente con su uso.
La innovación tiene consecuencias, con frecuencia importantes, para la vida de las personas y las comunidades, como sucede con las tabletas o los móviles inteligentes, que nos comunican no sólo con familiares y amigos, sino también con terroristas y delincuentes.
La innovación nos lleva de la tecnología al impacto en las personas, por lo que no sólo es algo técnico, sino que tiene un gran contenido ético y social: creación o destrucción de puestos de trabajo, lucha contra el crimen o invasión de la privacidad, etcétera.
La innovación se relaciona con la educación, el diálogo interpersonal, la democracia y nuevas formas de economía.
Él concluye que es necesaria una innovación responsable, que no es siempre fácil en nuestra compleja era. Hay que humanizar las innovaciones. Se requiere una cuidadosa evaluación especialmente en relación con las consecuencias positivas y negativas asociadas, que no son fáciles de prever. De ahí la importancia de innovar considerando el propósito (purpose-driven-innovation).
También afirma que la innovación genera retos para los estudiosos de la ética empresarial, ya que plantea situaciones nuevas; por lo que ellos han de conocer bien el fenómeno, y menciona casos históricos como los nuevos instrumentos financieros en los siglos XV y XVI, o la “cuestión obrera” tras la Revolución Industrial. Y sostiene que se requiere la ayuda de la psicología, la sociología y la historia; pero sobre todo de la atenta reflexión sobre la experiencia, los datos objetivos, los hechos, ponderando el bien de las personas.
Además de lo anterior, comenta el tema de las virtudes y el beneficio que proporcionan a la humanidad, lo mismo que el perjuicio de los correspondientes abusos. En síntesis aclara que la economía es para el hombre, y no el hombre para la economía. Y por último dice que la ética no sólo evalúa, sino que empuja a hacer el bien, y de este modo tiene un papel proactivo en la innovación.
Y termina su artículo diciendo que la ética aporta criterios de evaluación, señala modos de humanizar la innovación y fomenta la imaginación moral para una innovación al servicio de las personas y sus necesidades.
En resumen nos dice que la economía es para el hombre, y no el hombre para la economía; y que debemos hacer el bien y evitar el mal también al innovar. Lo cual es conocido por todos, o casi por todos, aunque a alguno, o a muchos, no nos guste del todo aceptarlo, sobre todo en el mundo empresarial. Nos habla de la ética como de algo permanente y acabado.
Me parece que hoy es mucho más importante lo que la innovación pueda aportar al desarrollo de la ética, que lo que ésta pueda aportar a la innovación y su desarrollo. La ética sigue haciéndose, debe seguir haciéndose, sobre todo en nuestros intensos desarrollos actuales.
El innovador, en la teoría descubre, y en la práctica inventa. Y esos procesos son apasionantes. El innovador es un investigador, no un moralista, y no va a detener sus investigaciones por temer los posibles malos usos que puedan hacerse del fruto de su trabajo (siempre los habrá); y por supuesto sabe que existe la moral, y procura conocerla, pero la vive casi como por instinto.
Lo importante es que en su trabajo llegue a cuestiones nuevas, cuya moralidad no es bien conocida todavía, y que aporte soluciones o ideas para solucionarlas; y que las aporte a la ética, para el desarrollo de ésta.
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Carlos A. Dumois es Presidente y Socio Fundador de CEDEM.
* “Dueñez®” es una marca registrada por Carlos A. Dumois.