Insólito derrumbe de Acela en Concordia.
¿Renunciar a una candidatura ganadora?

OBSERVATORIO

    Fuera y dentro del Municipio de Concordia cimbró a la clase política el hecho de que Acela Esmeralda Zataráin Ruiz declinara a la candidatura a la Alcaldía que le otorgó la alianza Va por Sinaloa, decisión que tomó a pesar de estar bien posicionada en las mediciones de intención del voto. El escalofrío que provocó esa decisión atribuible al miedo sacudió a otras mujeres que en regiones serranas bajo el control de la delincuencia organizada también buscan cargos de elección popular, sin más escudo que el instinto para detectar los peligros y aislarse oportunamente.

    Es tácita la existencia de un motivo de fuerza mayor, o mejor dicho de un poder superior que más allá de la formalidad electoral para designar candidatos los quita y los pone mediante el dominio del terror. De igual forma interviene la desidia de autoridades federales y estatales que están obligadas a crear condiciones para la democracia sin pánico y sin embargo simulan no ver ni oír dejando solos e indefensos a los que buscan lo votos por medios legítimos.

    Acela Zataráin llevaba apenas una semana de campaña arropada por los partidos Revolucionario Institucional, Acción Nacional y de la Revolución Democrática. Se decía ganadora y era evidente que la población la apoyaba. Horas antes de anunciar su renuncia con carácter irrevocable a la candidatura efectuaba proselitismo intenso sin dar señales de la retirada súbita, la cual adjudicó a “motivos personales”. Inclusive hasta su esposo, Felipe Garzón, dejó el cargo de Presidente Municipal para apoyarla.

    Es decir, todo corría perfecto o al menos así parecía hasta que el sábado 10 de abril le notificó al PRI y al Instituto Estatal Electoral de Sinaloa que se bajaba de la postulación. Aunque pidió le respetaran la decisión y ocultó los motivos que la originaron, el sentido común propio de la gente de Concordia halló los porqués e igualmente los entendió. Nada que decirle a la candidata a Alcaldesa, aparte del silencio de ella que lo explicaba todo.

    Se acabaron las palabras precisas para hacerles ver a electores y candidatos que en algunas zonas de Sinaloa valdrá más la eficacia electiva de las armas que la virtud del sufragio libre. Ya en anteriores comicios ha sido así, pero ahora las organizaciones del narco se han repartido el territorio estatal con fines de pacificación y, por supuesto, buscarán incidir en decisiones políticas porque al tener alcaldes afines poseen también jefes policiacos colaborativos y vía libre a sus movimientos y operaciones.

    Los partidos debieron calcular a tiempo el peligro al confinar en las zonas alteñas indómitas a aquellas mujeres que no quisieron postular en los municipios más proclives a la civilidad, enviándolas al corazón del conflicto entre el narcotráfico y la fuerza policiaca. Si en los valles donde la fuerza pública tiene articulados mejores sistemas de protección están ocurriendo desplazamiento de candidaturas (uno de los casos misteriosos fue el de Diana Armenta en Guasave), no se diga en la sierra que es tierra de nadie.

    Por lo pronto, la Secretaría de Seguridad Pública del Gobierno del Estado, y la Guardia Nacional en lo que corresponde a la Federación deben definir estrategias para cuidar la integridad física de los pretensos a encabezar cuerpos edilicios en la franja montañosa que atraviesa Sinaloa. Hay otras mujeres de la alianza PRI-PAN-PRD que realizan campañas en la cuerda floja de la intimidación por vías violentas como son los casos de Cintia Maribel Vega en El Fuerte, Ricarda del Carmen Pérez en Choix, Guadalupe Iribe Rascón en Badiraguato, Griselda Quintana García en Cosalá y Laura Valenciana Tamayo en Rosario.

    Lo sucedido en Concordia, en tanto se clarifican las causas aludidas por Acela Zataráin como “motivos personales, no hay más razones más que esa, no hay amenazas, todo está bien, estamos tranquilos, en familia, estamos todos juntos, me reintegro a mi vida profesional y todo para adelante”, enciende luces de alarma que se agregan a destellos de preocupación que se tienen en otros municipios alteños.

    Si ella misma dice que ya se veía como Presidenta Municipal y que tenía el apoyo de los electores y del PRI, y luego justifica la renuncia en que “a la mejor no fue el momento, no hubo condiciones, pero no descarto que en otra ocasión pudiera ser”, pues tienen razón los concordenses al especular de la sombra negra de la delincuencia oscureciendo un “proyecto ganador”, llamado así por la propia Acela Zataráin.

    E igual les asiste la razón a las demás candidatas en municipios serranos que al conocer la retirada de la priista en Concordia vieron aproximarse el temor a sus estrategias, perfiles y posibilidades de éxito, con ese temblor que no anuncia la tendencia del voto sino hacia dónde apuntan las armas del crimen.

    Reverso

    Si ibas muy bien, vuela y vuela,

    Y hasta las nubes tuyas creías,

    Qué hizo que tus alas, Acela,

    Se volvieran temblorosas y frías.

    ¿La ley o el agandalle?

    ¿Reposición de los derechos políticos de Graciela Domínguez Nava y Elsa Mascareño Bojórquez, ex precandidatas del Movimiento Regeneración Nacional para las alcaldías de Culiacán y Mazatlán? Esto sería la mejor señal de que la ley está por encima del tráfico de influencias del que hicieron uso Jesús Estrada Ferreiro y Luis Guillermo Benítez Torres, los dos ex Presidentes Municipales misóginos que con tal de reelegirse atropellaron las aspiraciones de dos luchadoras sociales auténticas. Está por conocerse el resolutivo del Instituto Electoral del Estado de Sinaloa sobre el juicio de protección que interpuso el Colectivo de Mujeres Activas Sinaloenses.

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