Es un hecho, pese a resistencias e inercias, que estamos construyendo una nueva realidad en el país, con nuevas condiciones que cambian por completo el escenario nacional, con elementos económicos de auténtico desarrollo estratégico que no se pueden desdeñar y menos con el fácil recurso del denuesto o la descalificación que acostumbra la oposición, sin aportar alternativas. Se cuenta, desgraciadamente, con una oposición ágrafa y muy limitada en toda la extensión del término.

    El panorama del futuro del país, pese a nubarrones en el horizonte, se percibe promisorio, con buenos augurios por las medidas previsoras tomadas por el gobierno y el apoyo ciudadano a los programas de bienestar social. Pese a los presagios que desde luego esparcen los catastrofistas, quienes a todo le ponen peros, el grueso de la población se muestra de buen ánimo, con buenas expectativas para que al fin el bienestar llegue a los de abajo, que siempre pagaban los platos rotos en las crisis económicas.

    Por lo que venimos observando en relación con la economía nacional se prevén buenas condiciones para el año entrante. Hay expectativas de crecimiento económico, pese a las condiciones internacionales que pone presión inflacionaria. Tomando en cuenta lo que ha anunciado el gobierno, para el próximo año por ejemplo el país será autosuficiente en el suministro de gasolina y diésel. Se van a dejar de importar esos dos productos, derivados del petróleo, básicos para el país; todo el abasto de gasolina y demás derivados se va a producir en las petroquímicas de Pemex. Esa es una extraordinaria noticia para los mexicanos, que van a apuntalar la economía nacional, sin ninguna duda.

    Ese hecho es trascendental para el país. También el próximo año va a entrar en operación el Tren Maya, junto a las obras del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec. No podrán los agoreros nostálgicos del pasado régimen de corrupción negar que estas mega-obras van a propiciar un importante impacto en el desarrollo nacional. Por más gritos destemplados de la oposición, que todo lo descalifica, es innegable que hay muchas razones para prever un panorama optimista en el país. Y, como dice el dicho popular, “no se puede tapar el sol con un dedo”, no estamos lucubrando, lo que señalamos es una realidad innegable.

    Es un hecho, pese a resistencias e inercias, que estamos construyendo una nueva realidad en el país, con nuevas condiciones que cambian por completo el escenario nacional, con elementos económicos de auténtico desarrollo estratégico que no se pueden desdeñar y menos con el fácil recurso del denuesto o la descalificación que acostumbra la oposición, sin aportar alternativas. Se cuenta, desgraciadamente, con una oposición ágrafa y muy limitada en toda la extensión del término.

    Se va a terminar el presente sexenio y la oposición continuará con su mismo rollo anacrónico por donde se le analice, sin ninguna imaginación, sin plantear ideas políticas que de alguna manera muestren viabilidad para llevarse a cabo; nada, fuera de los denuestos trasnochados, los opositores, que cambian de membrete tras otro, no plantean nada nuevo políticamente hablando, o por lo menos algo que manifieste cierta seriedad de su parte, fuera de descalificaciones apriorísticas; y de allí no se mueven quedando de manifiesto su oscurantismo político.

    Mientras, el tiempo avanza y los ciudadanos cada día se manifiestan más consciente de su papel protagónico en los procesos políticos electorales, que cada vez están más cerca. Los ciudadanos no pierden tiempo en nimiedades sin sentido y trabajan para marcar la pauta en las elecciones próximas, lo cual habla bien de su rol esencial, que se preparan como debe ser para definir su voluntad a favor de profundizar el rumbo del cambio. Los partidos políticos deben acompasarse con los ciudadanos y prepararse mejor para la competencia democrática, con candidatos idóneos, con programas que garanticen el avance social y democrático. Los partidos que se precien, escucharán a los ciudadanos y llevarán programas progresistas, con ideas no gritos.

    En las elecciones que vienen no habrá espacio para los partidos con ideas del pasado, que añoran una realidad que se fue para siempre. Hoy los ciudadanos exigen compromiso con el país y sanear sus instituciones. Los que añoran el pasado están completamente desfasados de la realidad actual, no hay lugar para esos políticos corruptos acostumbrados a llegar al poder mediante el cochupo electoral, eso ya no existe, son nuevos tiempos políticos los que privan en el país. El establecimiento de la democracia es el signo de nuestro tiempo, no hay vuelta de hoja. Hoy los políticos tienen que probar su vocación de servicio a la sociedad, fuera de esto, están perdidos.

    Hoy nos encontramos en condiciones completamente nuevas en el ambiente nacional. Y en la ciudadanía hay mucha claridad en el cambio que se ha suscitado y, por lo tanto, lo defienden con inusitada entereza.

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