"La anticultura de la violencia y la cultura de la paz y el respeto"
Rafael Morgan Ríos
En México tenemos años sufriendo una anticultura de la violencia que se ha recrudecido con la presencia del narcotráfico y otros factores que indican que faltan elementos positivos a los cuales las personas pudieran asirse para superar lo negativo. Sociólogos y psicólogos señalan que la falta de trabajo genera violencia; que la falta de oportunidades de desarrollo personal y familiar genera violencia; que la violación a los derechos humanos genera violencia; que la desigualdad social y económica genera violencia; que la falta de justicia genera impunidad y que ambas generan violencia; en fin, que el abuso del poder, la política, la falta de educación, etc., todo ello genera violencia.
Lo cierto es que se han estado perdiendo principios y convenciones sociales y religiosas de convivencia, sin las cuales se cae fatalmente en una anticultura de violencia. Así, se ha estado perdiendo el respeto a la vida, la propia y la de los demás; si lo más sagrado, socialmente hablando es el respeto a la vida, el estado de derecho así lo debe de reconocer. La cultura de la paz y del respeto requieren de un estado de derecho que la reconozca y ordene, pero esto debe inculcarse más que obligarse; que el ciudadano respete la vida y la ley por convicción más que por obligación y esa convicción hay que fomentarla en el hogar y en la escuela. Padres de familia y maestros deben estar plenamente convencidos para que puedan enseñarlo a los hijos y alumnos en la convivencia familiar y en la escolar. Si no se logra que la escuela y el hogar trabajen juntos en esto, cualquier solución posterior estará más cuesta arriba.
Además del respeto a la vida y al estado de derecho, está el respeto a la propiedad ajena y a los derechos de los demás. Se ha diluido tanto el respeto a la propiedad de los demás que robar juguetes de los hermanos y de los vecinos hasta se ve como una travesura que no amerita ninguna reprimenda de los papás; en la escuela se pierden plumas, cuadernos, apuntes, celulares y hasta pruebas de los exámenes y nada pasa; más aún, está prohibido castigar al “malhechor”, es decir al que hizo algo mal y al no haber el mínimo castigo se genera impunidad, ante lo cual este tipo de violencia se generaliza en la comunidad escolar y aparece la violencia horizontal, la venganza entre los alumnos, el “bullying” y otros actos que inclusive involucran a los propios padres de familia.
Se ha estado creando una sociedad en la que la violencia y la impunidad están creando más violencia, desde el hogar y la escuela y, desde luego aparece el otro factor negativo: la falta de respeto a la autoridad; esto no se refiere a la sumisión y a la sujeción ciega a lo que diga la autoridad, sino a la aceptación de un principio fundamental de convivencia y organización social, como lo es el orden. En la familia, el respeto a los padres de familia y a los mayores es indispensable para la existencia de una familia ordenada y educadora; en la escuela, el respeto a los maestros, directores y autoridades administradoras es condición sin la cual la enseñanza y el aprendizaje será desordenado, sin sujeción a programas, horarios y disciplina. El orden aceptado conscientemente permite cumplir metas y llegar a los objetivos académicos. Sin embargo, se requiere aclarar que es también factor indispensable que la autoridad se dé a respetar; padres de familia que tranquilamente mienten delante de los hijos o que se apoderen de cosas que no les pertenecen y los hijos se dan cuenta, el ejemplo es claro: se vale mentir, se vale robar. Maestros que a su vez hacen “bullying” a los alumnos que no asisten a clases; docentes que dicen “malas palabras” (pues en este México, proferir palabrotas e insultos está de moda), están enviando ejemplos a los alumnos y a veces hasta a los padres de familia, que “después de todo no es tan mala esa actitud, pues hasta el maestro lo hace”.
Como se puede apreciar, parte de esta anticultura de la violencia viene desde la misma base de la sociedad, la familia y la escuela, cuando que, precisamente de ahí debiera venir una cultura de la paz y del respeto. La sociedad y el gobierno se han estado percatando de la urgencia de cambiar esto; la idea de las escuelas de tiempo completo en la que se involucran autoridades educativas, maestros, alumnos, padres de familia y la comunidad, pretende enseñar principios, actitudes y costumbres positivas que conduzcan a una convivencia de respeto y a la creación de una sociedad en la que se pueda vivir en paz.
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