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"EVANGELIZACIÓN, EDUCACIÓN Y CULTURA"

"La bendición"

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09/11/2020 15:13

    Padre Amador Campos Serrano

    En sentido metafórico o en sentido real, la palabra bendición nos lleva a la idea de una situación benéfica alcanzada, es también una expresión para manifestar buenos deseos para alguien.

    En su etimología, esta palabra tiene como raíz el adverbio latino bene, que significa bien, y el verbo también latino dicere, cuyo significado es el de decir, así formada la palabra benedicere-bendición, esta viene a significar decir bien.

    Aunque el uso más común de la palabra bendición hace referencia a un acto de carácter religioso, sin embargo, en la vida ordinaria, comúnmente, es usada como una expresión para señalar algo positivo, presente en alguien, lo cual pudiera referirse a una persona, a un objeto o a un acontecimiento, así, por ejemplo: “Tus hijos han sido una bendición para tu vida”.

    En el ámbito religioso, el acto de bendecir viene de Dios, pero también esta acción puede ser dirigida hacia el mismo Dios, es decir, tiene una doble dirección: descendente o ascendente.

    El primer caso es cuando Dios derrama sus gracias sobre los hombres, el segundo caso es cuando el hombre se dirige hacia Dios, de manera ascendente, para darle gracias por sus beneficios, o bien, implorando su misericordia.

    En las Sagradas Escrituras encontramos el tema de la bendición en ocasiones diferentes, desde el libro del Génesis, al relatar el origen de todo lo creado, en donde según el texto derivado de la tradición sacerdotal, se narra cada etapa y al terminar cada divina acción creadora salida de la Palabra Divina, expuesta pedagógicamente en una distribución de siete periodos, que el texto bíblico llama días, el Creador contempla su obra y el cronista afirma que era calificada como buena.

    En estos textos sagrados encontramos cómo la facultad de bendecir puede ser delegada por la autoridad de quien goza de una elección para dirigir o tiene la responsabilidad para ello, otorgándola en los momentos importantes en los cuales se ubicará la dirección de la vida.

    Los patriarcas bendecían a sus hijos, sobre todo en el momento de elegir a su sucesor en la promesa recibida. Es notable la bendición de Isaac a su hijo Jacob, designándolo como heredero de la promesa, la cual fue válida a pesar de las artimañas de las que este se valió para alcanzarla, otorgándole la promesa que a su vez él recibió de su padre, Abraham.

    Los cristianos, herederos de esta tradición, acostumbran implorar la bendición de Dios sobre sus personas y sobre los bienes, otorgados por el mismo Dios y de la misma manera, al ejercer alguna autoridad bendicen a quienes estén a su lado.

    Es importante señalar que toda bendición es dirigida, en primer término, a las personas y en segundo, a los objetos o lugares, dando gracias y poniéndolos en sus manos.

    Comúnmente es costumbre, dentro del ritual de las bendiciones, rociar con agua bendita al objeto o la persona bendecida, esta es un sacramental indicador de la gracia del bautismo, con el cual, por el agua y el Espíritu Santo, el cristiano es injertado en Cristo y así, quien es bendecido, lo es siendo un hijo de Dios.

    Es loable la tradición de pedir o dar una bendición, sobre todo los padres a sus hijos, así como dirigirse a Dios al inicio de una obra, dando gracias e implorando misericordia.