Esta semana tuve presente el Leviatán, de Thomas Hobbes; este año he sufrido dos robos, uno en el estacionamiento de una tienda comercial y otro donde mi camioneta pasa la noche. Este último me pareció inadmisible. El Centro Histórico es una zona privilegiada en la ciudad, en lo general tenemos calles iluminadas, contamos con una unidad específica de Policía Municipal, dicho sea de paso con un comandante que contrario a lo que sucede tradicionalmente entre las policías y sus comunidades, es cercano a ésta, actividad muchas horas del día y una organización vecinal en grupos WhatsApp. Con todo y esto, mi llanta de refacción fue tomada por los amantes de lo ajeno.
Más allá de que todavía tengo confianza en poder recuperarla por lo aquí mencionado, me llama la atención la intranquilidad que prevalece en toda la ciudad. Desde años pero varios años atrás los problemas son exactamente los mismos, servicios públicos deficientes (basura, agua, drenaje, pavimentación, iluminación) y seguridad. Con la diferencia de que con el crecimiento exponencial de la ciudad, estos problemas han aumentado en igual o mayor medida, el drenaje por mencionar alguno, pasó de ser un problema invisible por el rezago y la desatención, a ser uno que ha rebasado (literalmente) a la ciudad y hoy tenemos socavones y derrames de aguas negras en algún punto clave de la ciudad.
Cuando Tomas Hobbes escribió Leviatán, sin duda tomó partido en aquellas ideas en las que Maquiavelo y Rousseau diferían, el primero aseguraba que el hombre era malo por naturaleza, el segundo lo contrario. Rousseau al igual que Hobbes fueron filósofos políticos que se consideraban contractuales, pues ambos definían los contratos sociales en el cual las personas renunciarían a ciertas libertades individuales para obtener la seguridad y estabilidad que proporciona un Estado soberano. Esta idea, sentó las bases del pensamiento político moderno y ha tenido una influencia significativa en la teoría política y filosofía occidental.
La premisa central de Leviatán, la obra más famosa de Thomas Hobbes, es la idea de que los seres humanos son egoístas y competitivos por naturaleza. Hobbes argumentaba que, en un estado de naturaleza sin un gobierno central, las personas buscarían constantemente su propio beneficio y entrarían en conflicto unos con otros. Esta condición, según Hobbes, llevaría a una guerra de todos contra todos, lo que resultaría en un caos y una falta de seguridad para todos.
Para resolver este problema, Hobbes proponía la creación de un Estado soberano con un poder absoluto para mantener el orden y la paz. Este Estado, representado simbólicamente por la figura del Leviatán, tendría la autoridad para imponer leyes y regular la conducta de los individuos. Los ciudadanos, a cambio, renunciarían a ciertas libertades individuales y aceptarían obedecer al Estado para garantizar su propia seguridad y estabilidad social.
En resumen, sostenía que la naturaleza humana egoísta y competitiva requiere de un gobierno fuerte y autoritario para mantener la paz y el orden en la sociedad.
Y si bien estoy de acuerdo en la necesidad de contratos sociales, mi visión estaría centrada en un estado de derecho fuerte basado en los más altos principios éticos, aquellos que están concentrados en el rescate de las ciudades y los estados para todos. No coincido pues en esta visión de el lobo del hombre, tenemos que recordar que aquello que nos pasa en temas de delincuencia, en lo general atiende a la incapacidad del sistema de concebir círculos virtuosos, deficiencias en el sistema político y de gobierno generan ciudadanos corruptos, que llegan a las posiciones de poder y lo único que hacen es perpetuar este círculo hasta que quién sabe, tal vez un día, reviente.
Así que nota para los suspirantes y el gobierno en turno, la oportunidad de llegar a la silla (de gobierno) representa la máxima oportunidad para romper el sistema y generar otros círculos, uno que nos permita destruir al leviatán y no tener lobos sueltos por ahí.
Gracias por leer hasta aquí, nos leemos pronto.
Es cuánto.
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@isaacarangureconacentoenlae