Los cocineros peruanos se inspiraron de patriotismo para impulsar una causa superior, fortalecer la marca Perú como sinónimo de calidad y de confianza. Para ello utilizaron la gastronomía como herramienta de promoción de la imagen de su país lo que a su vez atrajo turismo y desarrolló el orgullo nacional y la integración de los peruanos.

    Andrés Oppenheimer, periodista argentino creador de los libros Basta de Historias, Cuentos Chinos y Crear o Morir, nos dice que el gran desafío de América Latina es invertir para mejorar drásticamente la calidad de la educación, la ciencia y la tecnología e incentivar la innovación para exportar productos de mayor valor agregado y así no quedarse rezagados del resto del mundo.

    Oppenheimer nos invita a innovar productos y procesos que generen valor agregado y que sean competitivos globalmente, imitando los modelos de desarrollo exitosos como los de Corea del Sur, Singapur, o Israel que han logrado convertirse en desarrollados en periodos de tiempo relativamente muy cortos.

    Los jóvenes latinoamericanos por el bono demográfico deberán no solo buscar un trabajo, sino ser capaces de inventar un empleo. Y para ello deberemos ofrecerles no solo educación de calidad sino también propiciarles un ambiente para el emprendimiento.

    En su libro Crear o Morir, Oppenheimer nos habla del innovador y afamado chef peruano Gastón Acurio, quien con su visión convirtió algo frívolo como la gastronomía en un fenómeno económico y social a través de su movimiento de la nueva cocina peruana.

    Mario Vargas Llosa sostiene que “la verdadera hazaña de Acurio es social y cultural”. Acurio se distingue como empresario con su cadena de 37 restaurantes en 11 países, donde destaca el conocido Astrid y Gastón. Aun así, Acurio no compite contra los otros chefs peruanos, sino que colabora con ellos en la construcción de una marca llamada “la nueva cocina peruana que es de todos y de la que nos beneficiamos todos”.

    La idea de la colaboración es que agrandado el pastel se benefician todos en lugar de pelarse por migajas. Además, nos narra el chef peruano que para gestar un movimiento hubo que cambiar el viejo paradigma de “la receta secreta” por el de “chef que no comparte su receta no existe”. Con la creación del movimiento gastronómico no se habla de un chef, sino de muchos cocineros que dialogan, comparten y colaboran entre sí para revolucionar la cocina peruana y lanzarla al mundo.

    Los chefs peruanos fueron capaces de hacer a un lado la desconfianza, el ego y la vanidad, para con diálogo sincero y compromiso iniciar la construcción de un movimiento que traspasara fronteras. Dijeron, si la cocina italiana, china, japonesa y francesa ya existen en el mundo ¿Por qué la peruana no?

    Los cocineros peruanos se inspiraron de patriotismo para impulsar una causa superior, fortalecer la marca Perú como sinónimo de calidad y de confianza. Para ello utilizaron la gastronomía como herramienta de promoción de la imagen de su país lo que a su vez atrajo turismo y desarrolló el orgullo nacional y la integración de los peruanos.

    Hoy en Sinaloa se inicia un movimiento similar al de Perú, pero con la cocina sinaloense. “El coordinador” no es un chef sino el periodista Adrián López Ortiz, quien ha convocado a los chefs Ignacio Osuna (Villa Unión), Miguel Taniyama (Clan), Luis Osuna (Cayena), Héctor Peniche (Hector’s), Julián Portugal (Parador Español), Omar Serrano (Avika), Diego Becerra (Diego’s), Andrea Lizárraga (Nao Kitchen) para lanzar al mundo la cocina sinaloense. Les deseamos mucho éxito en la tarea de poner en alto el buen nombre de Sinaloa.

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