La complejidad de la comunicación política en la era de la Cuarta Transformación
Jorge Ibarra Martínez
jorge.ibarram@uas.edu.mx
El internet y las redes sociales transformaron la forma en la que se genera la opinión pública. Previo a estos adelantos tecnológicos, era relativamente sencillo el control de la información a la que los ciudadanos estaban expuestos.
Su masificación significó una revolución total, no solo desde el punto de vista de la comunicación interpersonal, también desde la perspectiva del empoderamiento ciudadano.
No obstante, también es verdad que en ciertas condiciones el internet puede ser fuente de noticias falsas que terminan por alterar o hacer más confusa la percepción de la realidad.
Debido a la escasa regulación que presentan los medios electrónicos, y en parte también a la disposición de aplicaciones que permite editar y manipular material audiovisual, nada asegura que las publicaciones que circulan en internet sean una representación objetiva del mundo.
La distorsión de la realidad mediante las llamadas “fake news” es una estrategia cada vez más utilizada en la política, donde actores, grupos y partidos recurren a expertos en creación de contenidos, con la intención de posicionar un mensaje que pueda favorecerlos en la disputa por el poder.
Derivado de la incertidumbre, la poca confiabilidad y el uso políticamente faccioso del internet en la era de la posverdad, muchos gobernantes buscan centralizar de nueva cuenta la información, como un intento de asegurar una mayor gobernabilidad en la gestión administrativa.
Sin embargo, en muchas ocasiones esta nueva centralización de la comunicación se hace con la intención de monopolizar la opinión pública, siendo los mismos gobiernos los que hacen uso doloso de la información.
En medio de estas dos posibilidades, en México, por ejemplo, Andrés Manuel López Obrador ha inaugurado una nueva estrategia de comunicación que desplaza la función del vocero, y convierte al Ejecutivo en el principal portavoz de su gobierno.
Es una estrategia que consiste en la presencia cotidiana del Mandatario nacional, en conferencias matutinas, donde él y su Gabinete dedican más de dos horas al día a hablar sobre los problemas públicos desde una perspectiva subjetiva.
Para los críticos, esta es una forma abusiva de sobreexponer a la población a un discurso ideológico, proselitista y de adoctrinamiento que aprovecha la gran paradoja mexicana sobre la democracia y el desarrollo.
Y es que, si bien la historia reciente de nuestro país se puede contar desde la perspectiva del fortalecimiento institucional, también es verdad que la democracia no se ha traducido necesariamente en un aumento absoluto del bienestar material de la población.
Esto ha creado una confusión en el sentido de lo que la gente espera de la democracia, ya que en el mismo periodo en que instauraba un modelo económico liberal que tuvo como resultado el incremento de la desigualdad, en ese mismo momento se establecieron las primeras instituciones y mecanismos de empoderamiento ciudadano.
Es de este modo que el fracaso del modelo neoliberal se tradujo en una profunda desconfianza en las instituciones democráticas. Esta idea es la que es enarbolada por el movimiento de la Cuarta Transformación, como herramienta discursiva para modificar el andamiaje institucional a su provecho.
Ante tal escenario, una de las tareas más urgentes para la ciudadanía es combatir la centralización de la información, pues muchos gobernantes a nivel estatal ya han comenzado a imitar ese estilo de comunicar que tiene el Presidente de la República.
¿Qué mecanismos de resistencia será oportuno desarrollar para evitar que la demagogia se apodere del centro de la opinión pública?