La crisis del cuarto

ÉTHOS
16/08/2024 04:00
    Lo lamentable es que los jóvenes de hoy son prisioneros de muchos fantasmas que los atormentan y estancan en una prolongada crisis agravada con la pandemia del coronavirus, como son incertidumbre, ansiedad, falta de seguridad, apatía, frustración, soledad, depresión, desasosiego, aislamiento y desorientación, además de que se forjan muy altas expectativas.

    Con el título de esta columna no queremos referirnos a una problemática que tenga referencia con una recámara o habitación, sino a la denominada “crisis del cuarto de vida”, cuando se alcanza la edad de 25 años (lo cual no quiere decir que todos vayamos a cumplir los 100, pero se antoja que sea ya un cuarto del pastel que nos corresponde).

    Pero, ¿por qué denominarla crisis, si es una edad tan bella y con tantas ilusiones y oportunidades? La razón es muy sencilla; anteriormente, en esta etapa de la vida los jóvenes ya se habían graduado, comprometido y casado, hasta tenían hijos. Tal vez la carga fuera muy pesada, pero esa misma inercia les motivaba a brindar mayor esfuerzo. Sin embargo, actualmente, los jóvenes han cambiado de mentalidad y aplazan más tiempo las decisiones fundamentales de su vida, por lo que se habla de una adolescencia extendida.

    No es malo ese giro, pero lo lamentable es que los jóvenes de hoy son prisioneros de muchos fantasmas que los atormentan y estancan en una prolongada crisis agravada con la pandemia del coronavirus, como son incertidumbre, ansiedad, falta de seguridad, apatía, frustración, soledad, depresión, desasosiego, aislamiento y desorientación, además de que se forjan muy altas expectativas.

    En este primer cuarto de vida se adentra el joven en el “mundo real” de la vida adulta, que conlleva muchas tomas de responsabilidades y decisiones en un entorno laboral competitivo, de mayor estrés y de nuevas relaciones con una aparente “madurez”.

    Incluso, hay quienes añoran el entusiasmo por celebrar su cumpleaños y sienten que pierden un año de vida. Sin embargo, María Elizabeth, amada hija, para ti se abre una enorme ventana de crecimiento, oportunidades, madurez y felicidad. ¡Te amamos!

    ¿Cómo vivo las crisis de la edad?

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