El pintor Caravaggio en realidad se llamaba Michelangelo Merisi, pero se le agregó el apodo de Caravaggio por su ciudad de origen, ubicada cerca de Milán.
Artista del barroco, conocido por el uso de claroscuros que le permitían la creación de efectos tridimensionales, razón por la que se le llamó tenebrismo a sus contrastantes tonalidades.
El cuadro al que nos referiremos hoy se llama “Descanso en la huida a Egipto”, pintado en 1597. A pesar de crear esta obra en tiempo de la Contrarreforma, destaca la escasa sacralidad de las figuras religiosas, pues pinta a María y José descalzos, pero en una actitud de recogimiento y adoración, como es fácilmente observable en la alineación de los pies de José. La Sagrada Familia se dirige a Egipto para escapar de la persecución de Herodes.
Con justa razón se ha dicho que en esta obra se funden poesía, pintura y música. La poesía maternal está representada por el niño, que es protegido en actitud fetal por María, la cual tiene pelo rojizo.
La pintura coloca a José en el lado izquierdo, en un paisaje rústico y árido, muy terrenal, mientras que la figura del ángel es central y divide ambos cuadros, para que María y el Niño destaquen entre verde naturaleza y paisaje frondoso.
José sostiene en sus manos una partitura, para que el ángel toque la melodía con su violín. Se trata de un motete del flamenco, Noël Bauldewijn, inspirado en el capítulo 7 del Cantar de los Cantares: “¡Qué hermosa eres y queridísima, en los deleites! Tu estatura se asemeja a la de una palmera, y tus pechos a un racimo...”.
Sorprende una cuerda de violín rota, para indicar la distancia de la música celeste sobre la terrena.
¿Toco el violín de mi alma?