"La dictadura de la belleza"

 

A todos nos gusta vernos bien para sentirnos de igual forma y mantener una excelente autoestima. Empero, el culto por la belleza puede convertirse en obsesión enfermiza, como en el cuento de Blancanieves: “Espejito, espejito, ¿quién es la más bella de todas?”.

 

El procurar a toda costa ser bellas y detener el envejecimiento es una de las prioridades de muchas mujeres (y de algunos hombres), de ahí la amplia demanda de cremas, salones de belleza, estéticas y todo tipo de artilugios para esconder las imperfecciones.

 

“El patrón inalcanzable de belleza ampliamente difundido en la televisión, en las revistas, en el cine, en los desfiles, en los anuncios... ha penetrado en el inconsciente colectivo de las personas y las ha aprisionado en el único lugar en que no es admisible ser prisionero: dentro de sí mismas”, señaló Augusto Cury, en su libro La dictadura de la belleza.

 

“Esta dictadura asesina la autoestima, asfixia las ganas de vivir, produce una guerra contra el espejo y genera un profundo autorrechazo. Innumerables jóvenes japonesas repudian sus rasgos orientales. Muchas mujeres chinas desean tener la silueta de las mujeres occidentales. Por su parte, éstas quieren conseguir la rara belleza y el cuerpo excesivamente delgado característicos de las adolescentes de las pasarelas, que suelen estar desnutridas y descontentas con su propia imagen. Más del 98 por ciento de las mujeres no se ven guapas. ¿No es esto una locura? Vivimos inmersos en una paranoia colectiva”.

 

Se ha forjado una cultura de consumo inhumano que usa el cuerpo de la mujer y no su inteligencia, subrayó Cury. “Dicho sistema no tiene como objetivo crear personas resueltas, saludables, felices, sino que las que interesan son las insatisfechas consigo mismas, ya que, cuanto más ansiosas, más consumistas serán”.

 

¿Sucumbo a esta dictadura?

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@rodolfodiazf