La dieta sinaloense es mala para ti y para tus bichos (lo cual también es malo para ti)

    Promover una alimentación balanceada que priorice ingredientes naturales y minimice el consumo de ultraprocesados podría ser clave para mejorar la salud de la población sinaloense a largo plazo.

    La dieta es un factor determinante en la composición del microbioma intestinal, el ecosistema de microorganismos que habita en el tracto digestivo y que juega un papel fundamental en la salud humana. En el caso de Sinaloa, una región con una gastronomía rica en mariscos, carnes, maíz y productos ultraprocesados, la dieta típica tiene efectos directos sobre la diversidad y funcionalidad de la microbiota intestinal.

    La disbiosis es un término que se refiere a un desequilibrio en la composición y función del microbioma intestinal. Ocurre cuando hay una alteración en la diversidad o abundancia de microorganismos beneficiosos, lo que favorece la proliferación de bacterias patógenas o inflamatorias. Este desequilibrio puede deberse a varios factores, como una dieta poco saludable, el uso excesivo de antibióticos, el estrés crónico y enfermedades metabólicas.

    La dieta tradicional sinaloense está caracterizada por un alto consumo de maíz (tortillas, tamales, gorditas), carnes rojas (asados, machaca), mariscos (ceviche, aguachile, camarones), frituras y bebidas azucaradas. Este patrón alimenticio influye en la diversidad microbiana intestinal, favoreciendo la proliferación de ciertos grupos bacterianos.

    Estudios han demostrado que dietas altas en fibra, como la que aporta el maíz nixtamalizado, favorecen la presencia de bacterias productoras de ácidos grasos de cadena corta (SCFAs), como Faecalibacterium prausnitzii y Roseburia spp., que tienen efectos antiinflamatorios y contribuyen a la salud metabólica. Sin embargo, el alto consumo de carnes procesadas y grasas saturadas puede favorecer el crecimiento de Bilophila wadsworthia y Bacteroides spp., relacionadas con procesos inflamatorios y enfermedades metabólicas.

    A corto plazo, la dieta sinaloense puede influir en la composición microbiana de manera rápida. Se ha observado que cambios dietéticos pueden modificar la estructura del microbioma en cuestión de días. El alto consumo de mariscos frescos proporciona ácidos grasos omega-3, que pueden modular la microbiota intestinal promoviendo especies beneficiosas como Lactobacillus y Bifidobacterium. No obstante, la ingesta excesiva de frituras y bebidas azucaradas puede reducir la diversidad bacteriana y aumentar la presencia de Firmicutes, un filo bacteriano asociado con obesidad.

    El mantenimiento de la dieta típica sinaloense durante meses o años puede generar adaptaciones en el microbioma que influyen en la salud metabólica e inmunológica. Estudios han sugerido que el consumo crónico de carnes procesadas y grasas saturadas aumenta la producción de metabolitos inflamatorios como la trimetilamina N-óxido (TMAO), relacionada con enfermedades cardiovasculares.

    Por otro lado, el alto consumo de tortillas de maíz podría tener un efecto protector debido a su contenido en almidón resistente, que promueve el crecimiento de Bifidobacterium y Akkermansia muciniphila, bacterias asociadas con menor inflamación y mejor homeostasis metabólica. Sin embargo, la combinación de este alimento con grasas saturadas y azúcares refinados podría contrarrestar sus beneficios, favoreciendo la disbiosis intestinal.

    A largo plazo, la dieta sinaloense puede contribuir al desarrollo de enfermedades crónicas asociadas con alteraciones en la microbiota intestinal. La obesidad y la diabetes tipo 2, altamente prevalentes en Sinaloa, han sido relacionadas con un microbioma disbiótico caracterizado por una menor diversidad bacteriana y un aumento en la proporción Firmicutes/Bacteroidetes.

    Además, la ingesta elevada de carnes rojas y embutidos ha sido vinculada con un mayor riesgo de cáncer colorrectal debido a la producción de compuestos proinflamatorios como las aminas heterocíclicas y los nitritos. En contraste, dietas ricas en fibra y polifenoles, presentes en frutas locales como el mango y la guayaba, pueden promover una microbiota más saludable y reducir el riesgo de enfermedades inflamatorias.

    La dieta típica de Sinaloa tiene un impacto significativo en la composición del microbioma intestinal y, por ende, en la salud general. Si bien ciertos componentes de la dieta, como el maíz nixtamalizado y los mariscos, pueden promover una microbiota beneficiosa, el consumo elevado de grasas saturadas, azúcares refinados y carnes procesadas puede generar disbiosis y aumentar el riesgo de enfermedades metabólicas y cardiovasculares. Promover una alimentación balanceada que priorice ingredientes naturales y minimice el consumo de ultraprocesados podría ser clave para mejorar la salud de la población sinaloense a largo plazo.