La donación de sangre: historia,
mitos y su importancia vital
La donación de sangre es un acto voluntario y altruista que salva millones de vidas cada año.
Este gesto solidario permite atender emergencias, cirugías, partos complicados, tratamientos oncológicos y enfermedades crónicas.
Sin embargo, aún existen mitos que desincentivan la participación de la población. Para entender su relevancia, conviene conocer su historia, las recomendaciones para donar, y el panorama actual en México y el mundo.
La primera transfusión documentada ocurrió en el siglo XVII, cuando el médico Jean-Baptiste Denys transfundió sangre de cordero a un paciente humano. No fue exitosa, pero abrió el camino a una investigación más profunda.
El hito más importante llegó en 1901, cuando Karl Landsteiner descubrió los grupos sanguíneos A, B y O (y posteriormente AB), lo que permitió transfusiones seguras y es la base del sistema ABO que usamos hoy.
A cada persona le corresponde un tipo de sangre según la presencia o ausencia de antígenos: A+, A−, B+, B−, AB+, AB−, O+ y O−. El tipo O− es considerado donador universal, y el AB+ receptor universal.
El donador universal, que corresponde al grupo O−, puede donar sangre a cualquier persona sin importar su tipo, ya que sus glóbulos rojos no presentan antígenos A, B ni Rh, lo que evita reacciones inmunológicas.
Por otro lado, el receptor universal, correspondiente al tipo AB+, puede recibir sangre de todos los tipos porque su sistema inmune reconoce todos los antígenos sin atacarlos.
Esta compatibilidad es vital en emergencias donde no hay tiempo para realizar pruebas de tipificación.
En México, instituciones como el Centro Nacional de la Transfusión Sanguínea (CNTS), la Cruz Roja Mexicana, y los bancos de sangre de hospitales públicos y privados, organizan campañas y recolectan unidades para asegurar abasto.
A nivel mundial, la Organización Mundial de la Salud (OMS) promueve el 14 de junio como el Día Mundial del Donante de Sangre, reconociendo la necesidad constante de este recurso.
Lamentablemente, persisten mitos que desalientan la donación.
Algunas personas creen que engorda, adelgaza, causa anemia o dependencia; todo ello al parecer es falso. La realidad es que el cuerpo repone el volumen donado (alrededor de 450 ml) en unas horas, y las células sanguíneas en pocos días.
Para donar, se debe acudir en ayunas sólidas, pero sí se puede ingerir fruta, café o té sin leche, evitando grasas o productos lácteos, ya que pueden alterar los resultados del análisis.
Después de donar, se recomienda consumir alimentos ricos en hierro y beber muchos líquidos: frutas, verduras, carnes magras y agua natural, para recuperar energía.
Donar sangre tiene consecuencias positivas para el receptor, y para el donante puede representar un chequeo de salud gratuito.
En cuanto a estadísticas, según datos del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) y el CNTS, en México se recolectan aproximadamente 1.5 millones de unidades de sangre al año, pero más del 95% proviene de donantes de reposición (es decir, personas que donan para un familiar), y solo un pequeño porcentaje corresponde a donación voluntaria altruista.
Esto representa un gran reto, ya que la OMS recomienda que el 100% de la sangre provenga de donaciones voluntarias.
Entre los estados que más sangre donan voluntariamente en México destacan Ciudad de México, Jalisco y Nuevo León, debido a su infraestructura hospitalaria y campañas más constantes.
A nivel mundial, España, Cuba, y Suecia tienen altos índices de donación voluntaria por cada mil habitantes, gracias a una fuerte cultura cívica y sistemas de salud integrados.
Donar sangre es donar vida. Solo una donación puede salvar hasta tres personas.
La disponibilidad de sangre en hospitales es un factor clave para aumentar la probabilidad de supervivencia en situaciones críticas.
Por eso, fortalecer la cultura de la donación voluntaria y periódica es una responsabilidad compartida, donde cada persona puede hacer la diferencia.
¿Cuándo fue la última vez que donaste sangre?