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"Opinión"

"La esperanza de México"

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08/12/2018

    Cuauhtémoc Celaya Corella

    Inge, seguro viste la toma de protesta de AMLO como Presidente Constitucional. Yo no la vi, pero leí los reportajes de prensa, vi algunos de los noticiarios y he leído a los comentaristas serios que tiene la prensa escrita. Un común denominador encontré en ellos, deseaban que le fuera bien al Presidente, porque si le iba bien, le iría bien a México. Esta es una frase cliché que cada seis años se dice.
     
    De ello se rescata que el delito de corrupción será ahora un delito grave. Era aberrante que quienes roban los recursos de la Nación, salieran con fianza. Lo escribí hace varias semanas. No debe de haber más que un solo delito, y no la clasificación constitucional de grave y no grave. Que sea el juez el que, al juzgar aplique criterios que atenúen o no, la falta cometida. 
     
    Tampoco estoy de acuerdo con lo del punto final para los corruptos del pasado reciente. López confronta con sus ambigüedades, y mientras, la sociedad exige justicia, él perdona y olvida. Y luego para zafar su responsabilidad, va a las consultas. Si así gobernará, será un desastre, y la impunidad con el pasado reciente se confirmará, y no hay derecho de hacerlo, aunque él se erija como palabra última de los sucesos. 
     
    Al fin se fue Peña y los suyos, que nunca debieron de haber llegado, creo.
     
    Hay más, Inge, no estuve totalmente de acuerdo con su crítica al sistema neoliberal, al que le pegó duro cuando habló de sus fallas y sus consecuencias: la pobreza. Falso. Derivado de 36 años de neoliberalismo, México se insertó como país y economía modernos que le permitió acceso al progreso y bienestar. Que no se haga AMLO, y sus defensores. La razón de la pobreza es ancestral y los gobiernos antiguos, anteriores y actuales muy poco hicieron y han hecho para reducir esos índices.
     
    La pobreza tiene un origen. Algunos dicen que los capitalistas son culpables. Otros hablan de desigualdad social como origen. La verdad para mí, es una, la falta de educación para tener acceso al progreso y al desarrollo social. El sistema educativo mexicano, como señala el académico de la Universidad de Sonora, Abelardo Grijalva, está colapsado. Y parece que irá más para atrás, si no aciertan suplir con un programa progresista, la reforma educativa que como prometió, la tirará para beneplácito del magisterio anquilosado en la obsolescencia educativa.
     
    Si hace lo que prometió y no presenta un substituto mejor en tiempo, en forma, en alcance y resultados, estará jugando gravemente con las aspiraciones de la generación que va en primaria y secundaria. Y eso Presidente, no se vale. Ahí todos deberán acusar interés, para exigir lo que tiene mayor relevancia en la visión y perspectiva de país. Sé que la tarea educativa es difícil, compleja Inge, y más que la vuelven, pero es su tarea como Ejecutivo federal y que la cumpla bien.
     
    El deficiente sistema educativo es raíz de muchos de los problemas de atraso que padece México. La exigencia en esa área es mayúscula. Y sin embargo, con una candidez que preocupa, un decreto, que seguro aprobarán sus súbditos en el Congreso, echará tierra a esa reforma, la cual ya pasó la prueba del ácido sindical, y poco a poco, el docente responsable, que son muchos por fortuna, han ido entendiendo que en el mundo actual, la evaluación para alcanzar la certificación, es obligación.
     
    Como disciplina obligada, las fuerzas armadas son fieles a las instituciones, y el Comandante Supremo es la mayor de ellas, y bajo ese esquema, tiene de su lado a la fuerza castrense para lo que pudiera ofrecerse, aunque haya dicho que nunca dará una orden para lesionar la libertad del pueblo. Que a propósito, me gustaría saber a qué le llama pueblo. 
     
    Si se refiere a la masa trabajadora, a los desposeídos, a quienes no buscan cómo salir de su pereza, a los indígenas, al empresario, al burócrata, al estudiante, estará integrando a toda la sociedad, pero si se refiere a los que le complacen, le aplauden sus decisiones correctas e incorrectas, a la escasa población que ha votado sus dos consultas, entonces, se refiere a una parte del pueblo.
     
    Me llamó la atención que no se haya referido al problema migratorio, que no haya propuesto en su discurso una visión progresista, que no se haya referido a la unidad nacional cuando sabe bien que confrontó con sus diatribas a la sociedad, que no haya propuesto reforzar la educación superior, ni la investigación. 
     
    Ni tampoco que quiera hacer equipo con los gobernadores por zonas geográficas del país y encontrar el qué se requiere, el cómo proponer hacerlo, el cómo integrar a los actores económicos y sobre todo, generar confianza con la participación social.
     
    Es apenas el inicio, y el camino en verdad es muy largo, pero tiene fecha de caducidad. 
    Todos deseamos que la esperanza se convierta en la nueva realidad mexicana.
     

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