Pasándonos de críticos, podríamos decir que a la Feria del Libro de Culiacán aún le falta mucho para considerarse una Feria Internacional. Pero nadie puede dudar que está en camino a ello, año con año, la feria de los libros en la capital del estado se consolida en el gusto del público, abre espacio para talentosas y talentosos escritores sinaloenses y del País que, derrochando arte y creatividad, abren los surcos para sembrar lectores.
Las ferias de la literatura más importantes del mundo comenzaron como nuestra FIL, poco a poco, en la perseverancia de aquellos promotores y amantes de la lectura que fueron capaces de mantener los proyectos más allá de los caprichos políticos. Cuerpos organizadores plurales, abiertos y persistentes que nunca.
En Fráncfort, Alemania, nace la primera Feria del Libro. De orígenes centenarios, más de 500 años, nos recuerda la importancia del nacimiento de la imprenta en 1440 muy cerca de ahí, en la ciudad de Mainz. Desde entonces, los espacios no sólo eran escaparate para la venta, compra o intercambio de libros, sino también, espacios para la disertación literaria desde la academia, la filosofía y la poesía. Se tiene registro de que en Fráncfort no sólo se vendían los primeros libros y panfletos impresos, sino manuscritos medievales y textos de varios siglos pasados. El primer libro en imprimirse en el metal de Gutenberg fue el Misal de Constanza entre 1449 y 1450.
Cinco siglos después, por todo el mundo tenemos festividades literarias, en Asia la Feria del libro de Shanghái, para la lengua inglesa la Feria de Londres en el Reino Unido y la BookExpo en Estados Unidos, en la India la feria de Jaipur con un simbolismo entrañable entre religiosidad mística, en Bolonia Italia la Feria del Libro de los Niños y Jóvenes, en América la FILBO en Bogotá y la Feria más importante para la lengua castellana, la Internacional del Libro de Guadalajara, organizada desde hace 39 años por la UdeG, mi alma mater.
Volviendo a la nuestra, en Culiacán la literatura se acompaña con música, ponencias y reflexiones. La Plazuela Obregón, el Ayuntamiento de Culiacán, el teatro MIA, La Casa del Maquío, el Jardín Botánico y el Congreso del Estado forman parte de las sedes, que hoy nos sorprenden con una serie de escenarios infantiles dignos de ser visitados por niños y adultos.
En la FIL niños, la sala de Dinosaurios, la sala Submarino, la de Alicia en el País de las Maravillas inspirada en la imaginación de Lewis Carroll, la del Principito de Saint Exupery, de Caperucita Roja de la tradición oral europea llevada al mundo por los hermanos Grimm, la de la “Venadita de la danza”, crónicas de nuestro folklore prehispánico, y la del inigualable Don Quijote de la Mancha, del genio literario Miguel Cervantes.
Y sí, la Feria del Libro es motivo de reactivación económica en la capital, en Mazatlán se anuncia el arribo de cruceros como el Nieuw Amsterdam, Norwegian Jade y Carnival Panorama, que en su conjunto han traído a más de 8 mil visitantes en una sola semana. Muestra que ante la difícil crisis de seguridad, el turismo y la cultura se aferran a ser las barreras de contención del tejido social.
Apostar y cuidar de ellos es fundamental para salir del estado de barbarie. Sin dejar de denunciar lo que nos duele como sociedad, pero en la capacidad de reconocer que poco a poco las cosas avanzan, tal vez, no al ritmo que quisiéramos, pero sí como para pensar, como dijo Giulio Girardi que, si “otro mundo es posible”, otro Sinaloa también lo es. Luego le seguimos.