"La firme flexibilidad"

La flexibilidad es una virtud imprescindible para establecer relaciones humanas saludables y fructíferas. Sin ella, es imposible el encuentro, amistad y trabajo en equipo, puesto que la excesiva rigidez está emparentada con la intransigencia, determinismo e intolerancia.

 

La palabra flexible hace referencia a algo que puede ser doblado, pero no roto o quebrado. La filosofía del bambú ofrece una excelente reflexión sobre la importancia de esta virtud, pues la planta puede soportar fuertes vientos y tempestades sin ser arrancada gracias a su gran flexibilidad.

 

Ser flexible es mantener una actitud abierta y no dogmática. Es abrirse al cambio, adaptarse a las nuevas oportunidades abandonando atávicos patrones y esquemas de conducta. La persona flexible muestra avidez por conocer y aprender, pues sabe que su criterio, creencia, postura y punto de vista no son necesariamente los únicos ni los óptimos.

 

En ocasiones se cree que flexibilidad es no tener pensamiento, firmeza ni criterio, que se carece de personalidad y decisión propia, cuando es precisamente lo contrario. 

 

“La flexibilidad puede considerarse como la antítesis de la rigidez o la actitud mental intransigente. La flexibilidad es una forma de la sensibilidad que nos capacita para percibir antiguos problemas bajo formas nuevas. Incluye una disposición a reestructurar las ideas a la luz de nuevas y mayores evidencias, así como la habilidad para visualizar alternativas viables para un nuevo punto de vista. La flexibilidad no debería confundirse, sin embargo, con la indecisión o la incapacidad para tomar decisiones. Uno puede decidir, después de un estudio cuidadoso, que una posición es la más razonable y entonces actuar de acuerdo con esa decisión. El punto en cuestión radica en nuestra buena voluntad -e incluso la disposición- para cambiar esa posición si se nos dan suficientes razones”, dijo George R. Knight.

 

¿Soy firmemente flexible?

rfonseca@noroeste.com

@rodolfodiazf