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Columna

La gran katafixia

EL OCTAVO DÍA

    Es inevitable el comentario: Quizá Chabelo sea el último símbolo de los tiempos pasados de Televisa, cuando los programas se basaban en la personalidad de una personalidad, si me permiten el juego de palabras.

    El club del hogar nunca fue el mismo sin el señor Magdaleno a pesar de los esfuerzos de Paco Stanley, entonces en estrella creciente. Tenía en ese momento el programa el récord mundial de permanencia en televisión y las muertes de Daniel Pérez Alcaraz y Magdaleno marcaron el fin de su época.

    Guillermo Ochoa, el informador de las amas de casa, era quien le daba carácter al programa de Hoy mismo. Su acompañante, Lourdes Guerrero seguido cometía errores o se sinceraba con el público y nadie lo tomaba a mal ni se irritaba como hoy, que hace sacar chispas a las redes esa mayoría antes silenciosa de ociosos.

    Televisa creaba y quitaba, eso no es nuevo. Pedro Ferriz padre, descendiente por vía materna de don Benito Juárez, era el hombre de los ovnis y el premio de los 64,000 pesos. Jacobo Zabludovsky fue la figura de 24 horas y se consideraba alguien inamovible: hay que reconocer que Jacobo cuando paso a la radio y en las páginas del universal era muy diferente al lector tendencioso de noticias que fue.

    Y no olvidemos que sin Raúl Velasco los domingos ya no fueron siempre lo mismo.

    Xavier López Chabelo es la última gran figura de esa época en que la televisión era hija directa y desobediente de la radio. (Azcárraga Vidaurreta vendía radios en su mueblería en el centro del DF y para que salieran, tuvo que hacer la XEW y de ahí comenzó todo un inimaginable imperio, aliado siempre al poder político).

    Buena parte del peso de muchos programas estaba en la presencia, voz y capacidades del conductor, a años luz de alardes tecnológicos e información vía satélite.

    Había que tener un dominio del lenguaje como en su momento tuvo Paco Malgesto, un hombre culto y leído que sabía narrar con pasión por la radio las corridas de toros. Y sobretodo, irradiar simpatía y credibilidad.

    Otra figura que también logró ese cariño y afecto fue el tío Gamboín, quien señoreó la barra de caricaturas por décadas. (Horacio Villalobos alguna vez dijo que don Ramiro Gamboa fue el único trabajador de Televisa que se comportaba en la televisión exactamente como lo hacía en la vida real... parece ser que Chabelo era como la ).

    Chabelo se va y por años nos engañó e hizo creer que era un niño. Cumplió su ciclo y sospechó que los memes que tantos compartieron en las redes sociales hicieron su tumba.

    Los anunciantes modernos, patrocinadores de su programa, ya no quisieron que su producto se asocie con un señor viejo en voz tipluda. Y desde hace años, en todo el medio rural, si alguien se atreve a ponerse un short ya le dicen que parece Chabelo.

    Chabelo es antológico pero también analógico: quizá por eso Televisa le dijo adios y solo nos queda sorprendernos con su nueva programación. ¿Ya no habrá telenovelas, programas de concursos, imitaciones de la tele gringa?

    ¿Cuál será la propuesta de Televisa ahora que la gente lo que quiere es ver series con sexo, denuncia social y apasionantes tramas? Sólo los programas dedicados al tema del narco se han vuelto una cosa muy rentable.

    Yo de niño no vi a Chabelo desde el principio. Por la diferencia de horario siempre agarrábamos empezado el programa. Solo hasta mis 21 años, un día que llegué de una parranda, se me hizo el milagro de ver el intro.

    Alguna vez comentó Monsivais -¡Ahí en el programa, yo lo vi!- que no le desagradaba Chabelo, ya que era uno de los pocos espacios para niños que los padres también disfrutaban, y estaba muy bien disimulada la publicidad interna.

    Otra cosa digna de mencionar es que muchos de sus juguetes y productos eran nacionales, ahora que vivimos atrapados en la avalancha de chatarra gringa, china y demás países que roban derechos de autor y explotan su trabajadores

    Sólo Chabelo se acordó de los cuates de provincia. En su último programa, usó la casaca de los Venados, Creo que en algunos carnavales del pasado, las reinitas infantiles de carnaval les daban como parte del premio ir un día a concursar en el programa en familia con Chabelo, algo que coronaba su reinado con un toque de fantasía y acceso a la otra realidad.

    Sin la guía de Xavier López Chabelo, ahora todos entraremos a la Katafixia de la incertidumbre de un mundo nuevo. ¡Cómprame un juguete, cuate!

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