La gran mentira de todos los días

EL OCTAVO DÍA
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    Usted no deje que el arquitecto de su alma sean las redes sociales y que su opinión sea guiada por el dios del algoritmo que sabe hasta dónde compra su café y a qué hora GMT. (O sea, la hora del remoto meridiano de Greenwich, Inglaterra, no la de nuestro Trópico de Cáncer). Nuestra boca habla de lo que está lleno el corazón, pero también los twitters, los faces, los insta, la nueva thread... más todo lo que se invente la próxima semana.

    ¿Cuánta información falsa, manipulada o incompleta a propósito recibe usted todos los días a su teléfono?

    Trágico es hoy que una herramienta tan accesible y ubicua como Internet sirva más para expandir la ignorancia que el verdadero conocimiento.

    Cualquier generador de contenido, “comunity manager” o simple ocioso de domingo puede crear una verdad colectiva... siempre y cuando tenga su dosis de ingenio, burla o malicia y sepa encajarla en un meme o la histeria colectiva del momento.

    Hace días leí - por supuesto en un libro físico - que el escritor H. H. Munro, más conocido por su pseudónimo de “Saki”, no murió víctima de un tiro nocturno tal como se dice. Y que ocurrió en una trinchera de la I Guerra Mundial, al encender el tercer cigarro con un mismo cerillo.

    Esta historia la veo seguido en memes y charlas de escritores, añadiendo que sus últimas palabras fueron “¡apaguen ese maldito cigarro!”.

    Pobre “Saki”: un caballero bien británico, nacido en Birmania, quien nos dejó magníficos cuentos, divertidos y con un excelente humor negro, hoy es recordado por un chiste por gente que no lo ha leído bien y jamás lo disfrutará. (Sus relatos aparecían en la vieja revista Selecciones y han sido llevados al cine).

    Pero muchos preferirán el chiste a la modesta realidad. El comportamiento siempre emergente de las redes sociales se vuelve la caja de arena de la espontaneidad cínica.

    Guillermo Cabrera Infante, quien vivió años y años en Londres y dedicó al tabaco un libro espléndido, afirma que la superstición de apagar el fuego al segundo cigarrillo la inventó un hombre que nunca pisó una trinchera y cuyo país no fue a ninguna de las dos guerras europeas: un fabricante sueco de fósforos quien era el magnate de esa industria.

    A veces la realidad es mejor que un simple meme al que damos like y repicamos sin reflexionar... palabra que inventó Newton para describir los matices de la luz.

    Vemos gracias a la red un peculiar renacimiento de las supersticiones. Se decía que el médico del pueblo durante los mil años de la Edad Media fue la bruja que vivía en las afueras... hoy son las redes sociales y hay gente que le tiene una poderosa fe a las 11:11 o a Xóchitl Gálvez, gracias a su continua exhibición en teléfonos, pantallas o las charlas de shai con leche deslactosada.

    Hoy nos gusta que nos invadan con “netas” o argumentos irrebatibles “según un estudio” o “¿por qué en Islandia, etc”.

    Y al comparar nuestra triste realidad con Islandia, ningún referente nos aclara que ese país tiene menos habitantes que Los Mochis y un grado preocupante y acelerado de alcoholismo.

    Nietzsche, aparte de no creer en el dios occidental, en 1879 se quejaba amargamente de las distracciones causadas por las redes sociales de su tiempo: “La carta es una visita no anunciada, el cartero es intermediario de asaltos descorteses. Cada ocho días debería tenerse una hora para recibir cartas y tomarse un baño después”.

    También hay otra nueva espiritualidad en quienes ya profesaban una religión y ven con regocijo otras creencias exóticas que a veces, de fondo son más represivas que el cristianismo medieval. Si hay una religión que prohibía la movilidad social es precisamente el hinduísmo.

    Pascal decía que el hombre tiene ilusiones como el pájaro alas. No queremos ver la verdad porque la desilusión nos mandará al granito de la realidad o al mismo barro del cual todos estamos hechos.

    Usted no deje que el arquitecto de su alma sean las redes sociales y que su opinión sea guiada por el dios del algoritmo que sabe hasta dónde compra su café y a qué hora GMT. (O sea, la hora del remoto meridiano de Greenwich, Inglaterra, no la de nuestro Trópico de Cáncer).

    Nuestra boca habla de lo que está lleno el corazón, pero también los twitters, los faces, los insta, la nueva thread... más todo lo que se invente la próxima semana.

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