De acuerdo con los psiquiatras, la histeria (del francés hystérie, “útero”) es una afección anímica perteneciente al grupo de las neurosis (trastornos mentales que distorsionan el pensamiento racional). Actualmente, se le denomina “trastorno de conversión”.
Las mujeres han sido llamadas “histéricas” por “exagerar” el dolor físico, entre otros sucesos. Si hacemos un viaje al pasado, estos dolores característicos de la histeria son muy similares al padecimiento conocido como endometriosis (cuando la capa de tejido que recubre el útero crece fuera de él), una enfermedad ginecológica muy común la cual suele ocasionar una menstruación intensa, infertilidad, y dolor generalizado.
Los antiguos egipcios describieron una afección a la que llamaron “útero congestionado”, la cual enuncia perfectamente los síntomas de la endometriosis. No fue hasta que los médicos griegos conectaron todos los signos y síntomas de esta enfermedad (dolor, infertilidad, disfunción menstrual) y le acuñaron un nombre que hoy en día sigue atormentando a las mujeres: “histeria”.
Como era de costumbre en la antigua Grecia, así como en alguno que otro rancho contemporáneo, los doctores aplicaron un sinfín de métodos poco convencionales para atender a estas mujeres. Prescribían menjurjes hechos a base de orina masculina, brea, aceite de castor, etc. También colocaban sanguijuelas dentro del útero de la paciente con el fin de “descongestionar” el útero. Otros colgaban a las mujeres boca abajo con el fin de “acomodar” el útero en una posición correcta.
Hoy en día resulta absurdo pensar que alguno de estos remedios funcionara, no obstante, la ignorancia siempre ha sido un factor determinante para la proliferación de prácticas y métodos inverosímiles (hoy en día está Herbalife, entre otros).
Estas mujeres no solo eran incapaces de encontrar una cura o alivio a sus aflicciones, también fueron perseguidas, y hasta liquidadas por las mismas.
Debido a que la infertilidad es una secuela de la endometriosis, muchas mujeres buscaban atención médica para poder concebir. Esto llevó a que algunas de ellas fueran acusadas de ninfomanía. El raciocinio de aquella época era que si una mujer visitaba con frecuencia a su ginecólogo con el fin de quedar embarazada, la inferencia lógica era que dicha mujer era un demonio con un apetito sexual insaciable y decadente como el del mismísimo Calígula.
Las mujeres con endometriosis también fueron acusadas de brujería. Estas mujeres incapaces de tener vástagos llegaban solteras a la edad adulta. Como tener hijos y crear una familia era el común denominador de la época, aquella que no seguía con las usanzas era catalogada como acólita del diablo. Muchas de ellas recibieron el trato medieval que se les daba a las brujas. Las más “afortunadas” eran consideradas no aptas para la sociedad y eran refundidas en una institución mental donde serían sometidas a otro tipo de procedimiento medieval.
Con la llegada de la ciencia, la medicina moderna, y el declinamiento de los dogmas eclesiásticos, esto es cosa del pasado, ¿no?
Lamentablemente, no. En promedio, una mujer es diagnosticada con endometriosis 10 años después del inicio de sus síntomas. Las mujeres han sufrido y siguen sufriendo, y todo se debe a la falta de información.
Hoy en día existe una gran cantidad de mujeres y hombres que son víctimas de la ignorancia, tanto de la propia como de la de su médico, guía espiritual, etc. Existen muchos padecimientos que son erróneamente diagnosticados, y muchos otros que no son atendidos meramente por el hecho de ser un estigma social. No tiene nada de malo estar enfermo, lo malo es no informarse bien.