La humildad de Juárez

ENTRE COLUMNAS

    Hoy 21 de marzo, se conmemora el 216 aniversario del natalicio de Benito Juárez García, y es buena ocasión para recordarlo como el ser humano virtuoso que fue. La humildad como virtud humana, es atribuida a quien ha desarrollado conciencia de sus propias limitaciones y debilidades, y obra en consecuencia.

    Una persona que actúa con humildad no tiene complejos de superioridad, ni tiene la necesidad de recordar constantemente a los demás sus éxitos y logros; mucho menos los usa para pisotear a las personas de su entorno. En ese sentido son muchas las anécdotas en las que Juárez se mostraba como una persona humilde.

    Andrés Henestrosa, biógrafo del Benemérito, relata algunas de esas anécdotas. Por ejemplo, cuenta que en un baile que le dieron en Oaxaca, cuando Juárez era gobernador del estado, y al que asistió con su familia, que un joven estudiante, de pobreza visible, invitó a la señorita Manuela (su hija) a bailar. La joven se excusó pretextando que esa noche no bailaría. Juárez desde su asiento observó la escena.

    Poco después Manuela Juárez se levantó a bailar con otro caballero, este sí, rico y elegante. Pero su padre le salió al encuentro, le recordó lo dicho al estudiante, y significó a su hija que mientras no bailara con aquel, a quien injustamente había desdeñado, no le permitiría hacerlo con ninguna otra persona. Accedió la señorita Juárez. Don Benito fue en busca del estudiante y en nombre de su hija le suplicó que bailase con ella: había cesado el malestar que le impidió bailar con él.

    Vuelta a su lugar Manuela, el padre se le acercó y le dijo: “Te negaste a bailar con el estudiante pobre, humilde y modestamente vestido; pero aceptaste hacerlo con el caballero rico y apuesto. No olvides la oscuridad de mis orígenes, mi cuna, mi orfandad y mi pobreza. Recuerda que, a no ser por la perseverancia y el estudio, yo no ocuparía el cargo que ahora ocupo. ¿Quién sabe lo que ese pobre estudiante podrá llegar a ser en el futuro?”

    El mismo Henestrosa, cita otra anécdota contada por Guillermo Prieto. Cuenta que llegaron a Veracruz a una casa con lujo para las personas del gobierno. Juárez, como era natural, ocupaba la mejor habitación. Pero la primera noche que se quedaron ahí, ordenó un cambio, pidió que sus invitados se quedaran en su habitación, para él ocupar la más inmediata al baño, porque se aseaba diariamente muy temprano.

    La sirvienta que se encargaba de la casa no supo de este cambio; así que, al día siguiente, pidió agua y algo que necesitaba. Esto produjo enojo de la sirvienta, y le dijo: “¡Habrá impertinente, sírvase usted si quiere!”. Juárez se sirvió con la mayor humildad.

    A la hora del almuerzo, llegó Juárez a ocupar su asiento a la cabeza de la mesa; la negrita lo vio, reconoció al que en la mañana había creído un criado... y haciendo aspavientos y persignándose, salió corriendo, diciendo la barbaridad que había cometido. Juárez rio mucho, y Dolores fue conservada como excelente servidora.

    La humildad, fue tan sólo una de las muchas virtudes de Don Benito Juárez. La prudencia, la fortaleza, templanza y justicia, fueron otras virtudes que lo caracterizaban. Mucho tienen que aprender de Juárez, los gobernantes de hoy día.

    Es cuanto....

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