La increíble y triste historia de la SFP

25/06/2021 04:12
    De pronto desaparecían miles de millones de pesos de fideicomisos, se realizaban compras sin licitar o a sobreprecio, se ejercían inadecuadamente los recursos de los programas sociales y la auditoría no aparecía por ningún lado.

    La Secretaría de la Función Pública no nació en tiempos de la “Cuarta Transformación”, tiene orígenes en los controles de la función administrativa del Poder Ejecutivo desde finales de los años setenta, cuando los gitanos del gobierno federal se cuidaban las manos entre ellos, vigilando los procesos de la planeación, la programación, la presupuestación y la ejecución de los programas federales que dejaron millonarios a más de uno, sexenio a sexenio.

    Este tema de la coordinación de un sistema de control y evaluación para el gasto federal no es nuevo. Desde los orígenes del federalismo mexicano, al nacimiento de un gobierno central o federal, siempre hubo quien se preguntó sí el gasto del gobierno era el mejor o el más correcto.

    Nace en 1983 la Secretaría de la Contraloría General de la Federación, una especie de órgano vigilante de la corrupción interna en el gobierno de Miguel de la Madrid, que se dedicó más bien a ser un brazo de control político y presupuestal para los burócratas desalineados que caían en desacato de las órdenes presidenciales.

    Por varios sexenios de aquel presidencialismo de los ochenta y los noventa, cuando cierto secretario, subsecretario o director general estaba dando problemas o saliéndose del huacal, pronto le caía una “auditoría”. El PRI en esa particular forma de gobernar, tomó el tema del control interno del gasto como un asunto de control político.

    De pronto desaparecían miles de millones de pesos de fideicomisos, se realizaban compras sin licitar o a sobreprecio, se ejercían inadecuadamente los recursos de los programas sociales y la auditoría no aparecía por ningún lado. Pero otras veces, un secretario aprontado quería buscar una Gubernatura o una Senaduría a espaldas del Presidente y con todo el rigor le “caía” la auditoría de la Contraloría y se aplicaba la ley porque “era pareja”.

    Con Salinas de Gortari llegó María Elena Vázquez Nava, mujer de sus confianzas desde la poderosísima Secretaría de Programación y Presupuestación la primera plataforma política para su candidatura en 1989. Con Ernesto Zedillo cambia el nombre a Secretaría de Contraloría y Desarrollo Administrativo y ahí estuvieron Gloria Samaniego y Arsenio Farell, este último uno de los más reconocidos administradores públicos que pasó por la Secretaría del Trabajo, el IMSS, la CFE y muchas dependencias más.

    Al llegar los gobiernos del PAN con Vicente Fox, las presiones sociales y la “nueva gobernanza” comienzan a exigir un espacio de contraloría menos comprometida con el Poder Ejecutivo. Se nombra en el 2000 al aguerrido Francisco “Pancho” Barrios, uno de los primeros opositores al régimen priista, quien logró triunfos electorales primero en la alcaldía de Ciudad Juárez y después en la Gubernatura de Chihuahua. Ahí comenzó la nueva era de la Función Pública.

    Me brinco las intrascendencias de personajes como Germán Martínez, Eduardo Romero y Salvador Vega para hablar de don Rafael Morgan Ríos, sinaloense compañero de planas en este periódico quien se desempeñó en el cargo del 2011 al 2012 y como él mismo comentó en su momento: “haciendo lo que se pudo, con lo que se tuvo”.

    Llegado el sexenio de Peña Nieto, uno de los más corruptos de la historia se instala en el cargo Julián Olivas Ugalde y el inolvidable Virgilio Andrade, famoso por su frase “la corrupción es un tema cultural”, mismo que desestimó la investigación de los Moreira, y exoneró de culpas al Presidente en el mundialmente famoso caso de la Casa Blanca. En las mismas condiciones entra y sale Arely Gómez, quien venía de un periodo gris en la Fiscalía General de la República.

    Instalado en la silla presidencial Andrés Manuel, las cosas no cambiaron para nada. Mucho se dijo que con el nombramiento de la “prestigiada” trasparentóloga Irma Eréndira Sandoval se llegaría a una “revolución” de la SFP. Pero resultó lo mismo o peor, no en mucho tiempo a la encargada de vigilar los gastos y abusos de los funcionarios gubernamentales, le salió un escándalo por la adquisición de casas y terrenos que no correspondían a los ingresos de ella y su esposo John Ackerman, uno de los ideólogos que hoy está en la banca de la 4T. Ahora es el turno de Roberto Salcedo, un ex priista cercano a Marcelo Ebrard que orbitaron juntos a la sombra de Manuel Camacho Solís en los periodos neoliberales que tanto se critican en el discurso, pero que hoy por hoy, siguen siendo la cantera favorita para la contratación de la nueva burocracia en este gobierno que está por cumplir la mitad de su mandato. Luego le seguimos...