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"Observatorio"

"La indolencia te asesina otra vez"

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OBSERVATORIO

    ‘Si ya lo mataste, no lo entierres’
     
     
     
     
    La comunidad rural de Miravalles, en el municipio de Mazatlán, aportó la semana pasada la más dramática proeza de los colectivos “Tesoros perdidos hasta encontrarlos” y “Una luz de esperanza”, que buscan a personas víctimas de desapariciones forzadas. En cinco días habían localizado 29 cadáveres y otros se sumaban al paso de las horas en la frenética demostración de desgobierno que procede del subsuelo.
    En ese rating trágico siempre vamos adelante por más que los criminales escondan a los muertos. La paradoja del territorio donde el prodigio de la vida termina siendo el tesoro perdido en la barbarie se instala como humillación para las instituciones y servidores públicos, degradación también para la sociedad apática.
    Ha sido marzo un mes pesado para las organizaciones de búsqueda de personas desaparecidas porque a la tierra apenas le rascan un poco las rastreadoras y expele más cadáveres. Lo más agobiante, sin embargo, continúa siendo que las autoridades abandonen a las madres en la angustiosa exploración que les dé la última oportunidad de abrazar los restos de sus hijos y decirles el definitivo adiós.
    Ya no quedan muchas palabras para explicar lo que ocurre en un estado que cada vez se convierte más en gigantesca fosa común. Por más que sean las mujeres voluntarias abriendo pozos en la pesquisa de sus desaparecidos, no alcanzan entre todas a desenterrar a tantos sinaloenses asesinados e inhumados en el doble crimen de matar y evitar que las familias hallen a las víctimas.
    Sí queda todavía una palabra: miserables. Aplica para servidores públicos de cualquier instancia gubernamental o de procuración de justicia que aparte de la indiferencia hacia el calvario de estas familias, el martes le salieron a una madre de Sabuesos Guerreros con la burla de que el hijo que buscaba desde hace casi dos años se encontraba en la fosa común, enviado ahí por el Ministerio Público.
    Eso no se vale. A la desesperación de estas guerreras se le añade el escarnio de orillarlas a creer cada vez menos en la solidaridad del Estado y virar en la exigencia de ley con un guiño infame a los asesinos para que “si ya lo mataste, ¡por favor no lo entierres!” Es María Isabel Cruz, que en dos años de buscar a su hijo Yosimar nos recuerda que con las desapariciones forzadas se asesina a toda una familia que no recoge al ser querido inmolado, ni lo llora ni le ofrece la sepultura digna.
    Qué queda más allá del ruego a la delincuencia por la fallida acción de los gobernantes. Lo que se perdió para siempre es más que la vida de un ser querido. Es la inutilización del marco jurídico y todo el aparato creado para hacerlo valer lo que preocupa a quienes hemos dejado solas a las rastreadoras, sin darnos cuenta que ellas son la moraleja de la desgracia que acecha a todos.
    Sin embargo, todavía tiene una última oportunidad el gobierno de Quirino Ordaz Coppel antes que la insensibilidad con las mujeres rastreadoras se le tatué a su mandato. Es la integración de la Comisión Local de Búsqueda que sea sensible al agobio y abandono en que estas mujeres, al borde ya del cansancio, buscan a sus seres queridos. Hacerlo bien, con el sentimiento de la autoridad a flor de piel y la voluntad inquebrantable de hacer valer la ley.
    El acuerdo para crear la Comisión Local de Búsqueda se publicó el 8 de marzo en el Periódico Oficial de Sinaloa, en implementación de la Ley General en Materia de Desaparición Forzada de Personas. Actualmente corre el plazo para designar al comisionado responsable de quitarles a las rastreadoras algo del peso de la enorme cruz de indagar dónde quedaron sus hijos, y que el Gobierno haga lo que por indolencia dejó de hacer durante años.
    Esto será, si las cosas se hacen bien, uno de los idus de marzo. Quizá de aquí salga algún rasgo de humanidad en la región en la cual los criminales asesinan y desaparecen a los ultimados, y la desidia del Gobierno mata de nuevo a las víctimas y a todas sus familias. Y cabría una súplica más legítima: si el Estado no pudo garantizarles el derecho a la vida, al menos que ayude a encontrar los cadáveres.
     
    Reverso
    Te observo, madre persistente,
    Me buscas del valle a la sierra.
    No me encontrarás bajo tierra,
    Yo habito aquí, en tu mente.
     
    Los cinco de la 4T
    Al asesinar al periodista Santiago Barroso, el sábado en San Luis Río Colorado, Sonora, la delincuencia agrega muescas de impunidad a sus armas, y el gobierno de Andrés Manuel López Obrador suma señales de que la Cuarta Transformación no contempla a la libertad de expresión pues ésta sigue igual de vulnerable y descobijada, con cinco comunicadores caídos en cien días. En solidaridad con los colegas sonorenses, hoy a las 10 de la mañana nos manifestaremos en el atrio de Catedral, en Culiacán.
     

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