En diferentes columnas en prensa y en televisión se ha comentado, con cierto asombro, que los aumentos en los salarios mínimos y el desmedido reparto de dinero en pensiones por parte del gobierno, no hayan provocado un fuerte incremento en la inflación, como reza el principio en la economía de que un aumento en salarios y por ende en la moneda circulante en el mercado, sin que se corresponda con un incremento en la producción de bienes y servicios, ocasionaría casi de inmediato un aumento en los precios de los productos y servicios, es decir, se provocaría un incremento en la inflación.
Los mismos empresarios y patrones no solo han aceptado, sino que han promovido un aumento en los salarios mínimos, que también incrementa el resto de los salarios, con la intención manifiesta de aumentar la capacidad de compra de los trabajadores, todo lo cual no parece hayan desquiciado los precios en la oferta ante una mayor demanda.
Se agrega además que el gobierno haya decidido aumentar la capacidad de compra de millones de consumidores, repartiendo dinero vía pensiones a los adultos mayores, becas a estudiantes y a otros sectores favorecidos con ese dinero adicional, mismo que pareciera tampoco ha provocado una mayor carestía, a pesar de que la oferta de productos y servicios no ha aumentado significativamente.
Ante estas circunstancias, conviene evaluar este fenómeno considerando otros elementos que expliquen los resultados reales que se están observando, pues hasta el momento la inflación se ha mantenido entre un 3.5 por ciento y un máximo de 6 por ciento, fluctuando normalmente entre 3.8 y 4.5 por ciento:
1. Es muy probable que la planta productiva en el país haya tenido una capacidad adicional de producción que no se utilizaba ante la falta de demanda del mercado, por lo tanto, al presentarse aumentos en salarios y en despensas, se pudo aprovechar ese excedente en la oferta, esto además de cualquier aumento en la productividad.
2. Además, aunque duela decirlo, la lucha contra el narcotráfico ha reducido las “aportaciones” que esa actividad realiza en la economía, es decir, ha disminuido la “economía negra” que introduce recursos en efectivo al mercado, sin que se tenga un cálculo más o menos confiable en cuanto al porcentaje con que contribuye.
3. Se habla del efecto del dinero en circulación que se incrementa con las pensiones y apoyos gratuitos del gobierno, pero hay que decir que esos recursos, que ahora gustan los adultos mayores y demás favorecidos, igualmente los hubiera gastado el gobierno, tal vez en otros conceptos, no solo en bienes de consumo, por lo tanto, su efecto en la demanda se compensaría; pero lo que sí afecta la oferta y la demanda en la economía de mercado es el déficit público que se tiene que cubrir con deuda pública, deuda que sí introduce una mayor demanda de bienes y servicios, aunque algunos de esos recursos se inviertan en bienes productivos, pero, como se ha podido apreciar, se están utilizando en buena parte en las pensiones y becas que principalmente se gastan en bienes de consumo.
4. Tal vez, y repito, tal vez, parte de los incrementos en salarios y en pensiones se dedique a inversiones personales o en ahorros, lo cual explicaría en una mínima parte, que no afecte en la demanda.
5. Además, las fronteras del país han sido muy “permeables” a la importación y el contrabando de mercancías de países como China, China-Taipe, India y otros que ofrecen productos más baratos, independientemente de la calidad, que los mexicanos están dispuestos a comprar, con lo cual la inflación es menor, pues esos productos “baratos” sustituyen productos nacionales o importados más caros.
6. Otro factor de naturaleza política, es que el “control” del Inegi por el gobierno y la desaparición de la Coneval, en los que originalmente se confiaba la información sobre los precios, la producción y el consumo en general, actualmente hay sospechas de que el gobierno informa a este respecto, solamente en lo que más convenga a sus intereses políticos.
Cada uno de los elementos mencionados tal vez no sean definitorios del problema que debía ocasionar el exceso de dinero en el mercado, ante una oferta que no ha aumentado en consecuencia, pero el conjunto de ellos explicaría en buena parte los resultados económicos; habría que decir que los efectos principales ya se presentaron, razón por la cual, a partir de 2026, si no hay una corrección entre la oferta y la demanda, se tendrán resultados muy diferente en la carestía.