La inmovilidad de las ciudades

    jccarras@hotmail.com
    El excesivo abuso del uso del automóvil paradójicamente nos está paralizando sin darnos cuenta. Ese invento que nos vendieron para movilizarnos nos inmoviliza. Las ciudades como Culiacán no pueden andar con pequeñas acciones, se requiere una verdadera revolución urbana -como lo planteo en la conferencia- para que realmente podamos movernos en el medio de transporte que más nos plazca, con seguridad, salud y equidad. En Culiacán ¿Estamos lejos de ello? Sí. ¿Sería imposible? Definitivamente, no.

    La semana pasada estuvo “movida” con el tema de movilidad urbana. El martes tuvimos oportunidad de escuchar en el Jardín Botánico a Laura Ballesteros (actual Secretaría de Desarrollo Urbano del Municipio de Monterrey) con una presentación de lo que están haciendo para transformar lo que para mí es la ciudad más difícil de resolver en materia de movilidad urbana. Nos compartió lo que significa el “Acuerdo Verde por Monterrey, un plan de acción contra el cambio climático donde, por supuesto, se incorporan muchos cambios en su modelo de movilidad, tema por cierto que desarrollaré en posterior columna. En el mismo evento Mauricio Rodas, ex Alcalde de Quito también nos compartió lo que en el mundo se hace para combatir el cambio climático y particularmente evitar las peligrosas consecuencias que provocan las olas de calor que incide sigilosamente en la muerte de cientos de miles de personas al año en las ciudades.

    En otro evento, Armando Pliego, de la ciudad de Puebla, ofreció una conferencia a propósito de la celebración del Día Mundial sin Auto (22 de septiembre) invitado por MAPASIN, donde nos deleitó con la historia del automóvil y cómo mediáticamente fue ganando espacio al grado de desplazar a todas las demás formas de moverse en las ciudades, a pesar de seguir siendo una modalidad de minoría en ellas. Aunque no parezca, en la mayoría de las ciudades hay más desplazamientos en transporte público o caminando que en automóvil.

    Finalmente, el pasado viernes, a propósito de la celebración del 491 aniversario de Culiacán tuve oportunidad de ofrecer una conferencia invitado por el Politécnico Nacional, que titulé “La inmovilidad de las ciudades”. Generalmente hablo de movilidad urbana, aunque esta vez quise hablar de lo que estamos ocasionando en la ciudad por querernos mover más, terminamos moviéndonos menos. Los congestionamientos no se hacen esperar y nos vemos constantemente atrapados, inmóviles, adentro de vehículo que muchos adquirimos para movernos por la ciudad donde cada vez se viaja de forma inconsistente.

    Un ejemplo de esto en Culiacán es lo siguiente: Te sorprenderán amigos y amigas lectoras si les digo que la velocidad promedio normal al desplazarse en automóvil, dependiendo de las condiciones de tráfico está entre los 15 y 30 km/hr (pueden hacer la prueba contando cuanto tardan en recorrer una distancia que puedan medir). Yo tengo bien calculado que de Villas del Río a Ciudad Universitaria (7.5 km), tardo 20 minutos en condiciones normales (esto equivale a 22.5 km/hr promedio). En hora pico puedo tardar media hora (15 km/hr promedio) y si está el tráfico despejado (media noche) puedo llegar en 15 minutos (30 km/hr promedio). Si esta velocidad fuera constante, no hubiese peligro, pero el problema es que es una velocidad promedio y así como pasamos tiempo detenido también hay tramos donde excedemos, de manera casi inconsciente, la velocidad permitida. Así son los traslados en automóvil en Culiacán. En bicicleta, sin embargo, en este recorrido tardo invariablemente entre 25 y 35 minutos, con una velocidad promedio de 15 km/hr, -mucho más constante- es decir, con pocas interrupciones.

    Otra forma de inmovilidad en las ciudades la sufren cientos de personas que caminan y tienen que esperar largos periodos de tiempo para cruzar estas calles congestionadas de automovilistas desesperados por avanzar, aunque sea medio metro. Esto abona mucho a la apatía de la gente por caminar a sus destinos. En muchos ciudadanos culichis el deseo colectivo es (cual película de Wall-E) salir de adentro de la casa ya manejando el automóvil y poder llegar a la puerta de su destino sin dar más de cinco pasos (a muchos se les ha cumplido). Irónicamente, en el mejor de los casos, ese destino puede ser un gimnasio donde acude a caminar o pedalear hipnotizado por una pantalla. Un estilo de vida excesivamente sedentario -inmóvil de alguna manera- aporta para el desarrollo de la obesidad, e infinidad de padecimientos como las enfermedades cardiovasculares y efectos negativos sobre la respuesta inmunológica. El sedentarismo es el cuarto factor de riesgo de mortalidad en el mundo, termina inmovilizándonos.

    Finalmente, los accidentes vehiculares también nos están inmovilizando. En el mundo muere una persona por accidente de tráfico cada 25 segundos y los traumatismos causados por accidentes de tránsito son la primera causa de discapacidad motriz entre jóvenes de 17 a 24 años. A esto también habría que agregar que la contaminación del aire exterior, principalmente causado por motores de combustión, provoca más de cuatro millones de muertes al año en el mundo.

    El excesivo abuso del uso del automóvil paradójicamente nos está paralizando sin darnos cuenta. Ese invento que nos vendieron para movilizarnos nos inmoviliza. Las ciudades como Culiacán no pueden andar con pequeñas acciones, se requiere una verdadera revolución urbana -como lo planteo en la conferencia- para que realmente podamos movernos en el medio de transporte que más nos plazca, con seguridad, salud y equidad. En Culiacán ¿Estamos lejos de ello? Sí. ¿Sería imposible? Definitivamente, no.

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