La libertad de la prisión

    A nadie le gusta estar prisionero, porque -como afirma el conocido refrán- “aunque la jaula sea de oro, no deja de ser prisión”. Por eso, es comprensible que todos nos sintamos como pájaros enjaulados después de tantos meses de confinamiento a causa de la pandemia

    A nadie le gusta estar prisionero, porque -como afirma el conocido refrán- “aunque la jaula sea de oro, no deja de ser prisión”. Por eso, es comprensible que todos nos sintamos como pájaros enjaulados después de tantos meses de confinamiento a causa de la pandemia.

    Sin embargo, el confinamiento físico no es el más importante, pues se puede encerrar el cuerpo y no necesariamente el alma. Se podrá permanecer prisionero -como Nelson Mandela- durante muchos años, pero nunca se podrán amputar las ansias de libertad. Mucho menos se podrá anclar con cerrojos el espíritu, pues es como el viento y se pasea abiertamente por todo lugar.

    Lo importante, pues, estriba en encontrar una mística que nos haga soportar el encerramiento físico sin padecer la temida claustrofobia, que, a su vez, redunde en depresión, estrés, angustia y ansiedad.

    Incluso, la palabra claustro no se utiliza solamente para simbolizar encerramiento o clausura. Su etimología viene de “claudere”, que significa cerrar, pero se utilizó para designar la galería que cerca el patio de una iglesia, convento, abadía o palacio. Se trata de un lugar íntimo que invita a la reflexión, recogimiento y sosiego.

    Es cierto que se extraña el salir a espacios abiertos, como lo reconoció el Papa Francisco al escribirle al periodista español Javier Martínez Brocal, quien lo fotografió al salir de una tienda de discos el 11 de enero: “Lo que más echo de menos en esta diócesis es no poder recorrer las calles, como hacía en Buenos Aires, caminando de una parroquia a otra”.

    Sí, Bergoglio puede ser el prisionero de El Vaticano, pero su espíritu es más libre que el viento (como subrayó el tema de la película “Nacida libre” (Born free), de 1966, compuesto por John Barry.

    ¿Vivo libre o prisionero?

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