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"Opinión"

"La lucha por la dignidad"

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07/04/2018 21:16

    A quien tiene el valor de migrar
     
    Enrique Peña Nieto vivió algo inusitado. El mensaje que dirigió a la Nación fue recibido y aceptado con entusiasmo. Sus palabras fueron las exactas. No tuvo necesidad de recurrir a la vulgaridad, al cantinfleo, ni de lanzar dardos envenenados con la baba del odio y el desprecio. 
     
    Desde su investidura como Presidente, dijo lo justo; aquello que las y los mexicanos desde hace mucho tiempo queríamos escuchar. Sobra decir que Donald Trump, el “Orangután de Queens”, fingirá no haberse dado por aludido; pero eso no importa, porque Peña Nieto, por fin, mandó una señal de su hastío de vivir postrado de rodillas ante los gringos.
     
    Para algunos “notables” de la opinocracia el mensaje de Peña Nieto “No propuso nada”, “Fue pura palabrería”, resultó ser “Una estrategia de marketing político, para salir del bache de popularidad en el que se encuentra”...
     
    Sin dejar de reconocer que Peña Nieto nos ha acostumbrado a sus contradicciones, esta vez hay que reconocer que su mensaje tiene un enorme telón de fondo y, sobre todo, abre una ventana de esperanza para poner sobre la mesa el valor de nuestra dignidad, y la necesidad de hacerla valer y respetar. Dicho en sus propias palabras, “hay algo que a todos, absolutamente a todos los mexicanos nos une y nos convoca: la certeza de que nada ni nadie está por encima de la dignidad de México”. 
     
    Que lo sepa el Orangután de Queens y el resto mundo, la dignidad del pueblo de México no está a la venta; no es un objeto de negociación. Nuestra dignidad refleja la irreductible condición, identidad y valor que tenemos como seres humanos; da sentido a eso que literatos y científicos sociales han entendido como la mexicanidad.
     
    Sin dignidad dejamos de ser; nos volvemos cosas; nos convertimos en un simple medio para alcanzar cualquier tipo de propósito. Por ello, que Enrique Peña Nieto haya exigido respeto a nuestra dignidad como mexican@s, deja en claro que aún hay algunos atisbos de cordura en su gestión.
     
    Y si bien es cierto el Presidente esta vez acertó, ahora debe armar un mensaje tan claro y sentido que supere el que dedicó a su homólogo estadounidense, donde explique el programa institucional de gobierno que posibilitará que l@s mexican@s vivamos dignamente hoy, mañana y siempre.
     
    Este último discurso apremia mucho más que el que dirigió al Orangután de Queens, porque resulta muy complejo entender qué es y cuál es el valor de la dignidad cuando se vive en medio de la pobreza, cuando el producto del trabajo de un obrero, una secretaria, un mecánico, un albañil, una empleada doméstica, un lavador de coches, un policía, un mesero o un jardinero no corresponde con lo recibido. La dignidad se vuelve una palabra hueca y sin sentido, cuando disfrutar a plenitud los derechos humanos sigue siendo un sueño; cuando hay muchos lugares del País donde hombres, mujeres y niños desaparecen sin que sus familiares vuelvan a saber de ellos; cuando la vida se pone en juego simplemente por decir lo que se piensa; cuando hablar de orientaciones, preferencias, usos y costumbres sigue siendo objeto de suspicacia, repudio y recelo; quién puede hablar de dignidad humana cuando en la cotidianidad importan más los pesos y centavos que los sentimientos, las costumbres, los valores y los sueños.
     
    Vivir con dignidad en México seguirá siendo sinónimo de imposible, mientras siga habiendo mujeres indígenas pariendo en el monte colgadas de la rama de un árbol. La dignidad será una quimera mientras el salario mínimo, de tan mínimo que es, siga condenando a quien lo recibe a vivir en la pobreza, obligándole a poner una parte de sus convicciones morales en suspenso, porque pareciera que esa es la única forma para poder llevar pan a la mesa. Y si esto último suena a mucho, pregúntele a un policía qué significa actuar éticamente, cuando quincenalmente se queda con poco más de 3 mil pesos en el bolsillo para que su familia se alimente, eduque, vista, se desplace o esté saludable. La pobreza en la que vive la mayoría de los policías en México es más cruel y mortífera que sus disputas con los narcos y los ladrones de bancos.
     
    Hoy, porque así se dieron las cosas, aunque sea lo último que haga en la recta final de su mandato, es el momento para que Peña Nieto haga votos de congruencia, porque éstos podrían devolverle algo de su dignidad perdida.
     
    Ahora que sacó la cabeza del fango, el Presidente de la República podría aprovechar para construir desde eso que damos por cierto l@s mexican@s: si verdaderamente el Gobierno respeta nuestra dignidad, debe promoverla y fortalecerla en lo concreto.
     
    Aún falta mucho para que la estrategia barata de disuasión promovida por el Orangután de Queens se convierta en realidad, debido a que, como recientemente señaló Xia Gordon en el New York Times, en los Estados Unidos “la Ley de Pose Comitatus de 1878 prohíbe el uso de las fuerzas armadas para responsabilidades civiles de aplicación de la ley, a menos que haya autorización del Congreso o vía las previsiones de la Constitución”. Ciertamente, de modo indirecto, el Departamento de Defensa estadounidense ha apoyado algunas de las acciones relacionadas con la contención del flujo migratorio en la frontera, sin embargo, al día de hoy, como señala Gordon, “continúa siendo reacio a involucrarse en tales actividades, que le restan tiempo a su misión central de prevenir y combatir guerras. [...] Las operaciones fronterizas usualmente causan peleas entre el Pentágono, el Congreso y los estados sobre quién debe pagar la cuenta. Esa tensión probablemente se sentirá todavía más en esta ocasión si los legisladores y los gobernadores se oponen al despliegue”.
     
    Mientras estas pugnas internas se resuelven, cosa que resulta poco probable dado el costo económico y político que para los Estados Unidos implicaría apostar militares a lo largo de toda la frontera con México, Enrique Peña Nieto debería estar poniéndose manos a la obra para demostrarle al Orangután de Queens, a sí mismo y a tod@s nosotr@s, que su quehacer sólo tiene por meta “el mejor interés de los mexicanos”. 
     
    Perder esta oportunidad, además de hacer más grande la deuda pendiente con el aseguramiento, respeto y florecimiento de la dignidad humana del pueblo de México, moralmente desautorizará al Presidente para continuar hablando en nuestro nombre.
     
     

    @pabloayala