La malaria es un riesgo inminente

    alberto.kousuke@uas.edu.mx
    La malaria sigue siendo una enfermedad ampliamente prevalente, a pesar de los incansables esfuerzos para combatirla. Según la Organización Mundial de la Salud, las muertes anuales por malaria disminuyeron de aproximadamente 897,000 en el año 2000 a 568,000 en 2019. Sin embargo, desde entonces, estas cifras han vuelto a aumentar. No se trata de que hayamos dejado de utilizar mosquiteros e insecticidas, sino que su efectividad ha disminuido considerablemente. No hemos cambiado, pero los mosquitos sí lo han hecho. Podríamos decir que la malaria tiene su propia versión del clásico cliché ‘no eres tú, soy yo’.

    La malaria podría estar experimentando un resurgimiento, conocida como la principal causa de mortalidad en niños menores de cinco años en ciertas áreas de África, y con casi la mitad de la población mundial aún expuesta a su riesgo. La gravedad de la malaria es indudable, y su abordaje ha sido objeto de atención durante décadas. Los mosquiteros y los insecticidas han sido herramientas salvadoras de vidas, pero lamentablemente, el progreso se ha estancado debido a que los mosquitos portadores de la malaria han desarrollado una serie de mecanismos de resistencia. Su capacidad de adaptación a nuestros insecticidas ha creado la necesidad imperante de encontrar nuevas formas de prevenir esta enfermedad. De esta manera, los científicos están librando una batalla contra la última generación de mosquitos superresistentes.

    La malaria sigue siendo una enfermedad ampliamente prevalente, a pesar de los incansables esfuerzos para combatirla. Según la Organización Mundial de la Salud, las muertes anuales por malaria disminuyeron de aproximadamente 897,000 en el año 2000 a 568,000 en 2019. Sin embargo, desde entonces, estas cifras han vuelto a aumentar. No se trata de que hayamos dejado de utilizar mosquiteros e insecticidas, sino que su efectividad ha disminuido considerablemente. No hemos cambiado, pero los mosquitos sí lo han hecho. Podríamos decir que la malaria tiene su propia versión del clásico cliché “no eres tú, soy yo”.

    Los mosquitos que nos infectan con el parásito causante de la malaria están adquiriendo resistencia frente a prácticamente todos los insecticidas, incluyendo los piretroides, que son ampliamente utilizados en el control de esta enfermedad. Esto no implica que debamos abandonar por completo el uso de insecticidas, ya que aún tienen cierto grado de eficacia; sin embargo, su efecto es ahora menor que en el pasado. Algunos mosquitos han desarrollado una sorprendente capacidad para enfrentar estas toxinas. En un estudio, solo el 3.8% de los insectos expuestos a los piretroides murieron como resultado. Te preguntarás cómo logran esto. Resulta que existe una familia de enzimas llamadas citocromos que contribuyen a la desintoxicación de sustancias, incluidos los seres humanos. Sin embargo, cuando estos enzimas también ayudan a nuestros enemigos, nos planteamos seriamente el asunto. Parece que estas enzimas, específicamente las monooxigenasas del citocromo P450 (o P450, para abreviar), operan de manera diferente en los mosquitos que han desarrollado resistencia a los insecticidas.

    La diferencia radica en que los mosquitos son capaces de combatir eficazmente los efectos de los insecticidas. Por lo general, los P450 no nos causan problemas, ya que ayudan a la mayoría de los organismos vivos a descomponer toxinas, incluyéndonos a nosotros. No obstante, cuando nuestros “amigos” empiezan a colaborar con nuestros enemigos, es momento de cuestionarlo. Esto nos ha llevado a explorar diversas estrategias para enfrentar este problema. Dado que los mosquitos resistentes a los insecticidas con diferentes enzimas P450 aún no son resistentes a todos los insecticidas existentes, todavía podemos confiar en aquellos a los que no han desarrollado resistencia. Por ejemplo, el insecticida sintético Actellic sigue siendo bastante efectivo. Sin embargo, no queremos que los mosquitos también adquieran resistencia a este producto y terminen en la misma situación en unos años. Para evitar este escenario, se están aplicando técnicas de manejo, como la rotación de diferentes insecticidas para mantener la situación en constante cambio. En lugar de depender exclusivamente de Actellic durante largos períodos, podríamos alternarlo regularmente con otros insecticidas, de modo que los mosquitos en una determinada área no se familiaricen lo suficiente con ninguna toxina como para desarrollar resistencia.

    Este es uno de los caminos a seguir, pero existe una opción novedosa y prometedora: el butóxido de piperonilo o PBO. Aunque no es en sí mismo un insecticida, evita que los P450 cumplan su función. A medida que los mosquitos descomponen el PBO, fragmentos de esta molécula se unen a las enzimas P450, impidiendo que estas desintoxiquen los insecticidas. Cuando se rocía en combinación con piretroides, el PBO devuelve a los supermosquitos a un estado vulnerable, como si volvieran al punto de partida. Un estudio reciente llevado a cabo en Ghana demostró resultados alentadores con esta combinación. Dependiendo de la procedencia de los mosquitos analizados, la efectividad del PBO y los piretroides osciló entre el 43.8 por ciento y el 100 por ciento.

    Así que disponemos de vías realmente prometedoras para continuar utilizando insecticidas, incluso frente a los mosquitos resistentes. Estas vías podrían conducirnos nuevamente hacia el rumbo que estábamos siguiendo, en busca de la eliminación total de la malaria.

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