Al agradecer el Premio Princesa de Asturias en el área de Comunicaciones y Humanidades 2025, en Oviedo, España, el viernes 24 de octubre, el filósofo surcoreano Byung-Chul-Han pronunció un discurso que no tiene desperdicio, por lo que lo comentaremos en ésta y las siguientes colaboraciones.
Comenzó por definir cuál es la misión, tarea y cometido del filósofo, centrándose en la figura socrática: “En la Apología, el famoso diálogo de Platón, cuando Sócrates expone su propia defensa después de haber sido condenado a muerte, explica cuál es la misión del filósofo. La función del filósofo consistiría en agitar a los atenienses y despertarlos, en criticarlos, irritarlos y recriminarlos, igual que un tábano pica y excita a un noble caballo cuya propia corpulencia lo vuelve pasivo, y así lo espolea y estimula. Sócrates compara a ese caballo con Atenas”.
Para disipar cualquier duda acerca de su identidad, misión o profesión, subrayó: “Yo soy filósofo. Como tal, he interiorizado esta definición socrática de la filosofía. También mis textos de crítica social han causado irritación, sembrando nerviosismo e inseguridad, pero al mismo tiempo han desadormecido a muchas personas”.
Recordó su primer ensayo, con el que trató de sacudir las conciencias aletargadas, analizando las patologías que encadenan a la sociedad moderna: “Ya con mi ensayo ‘La sociedad del cansancio’ traté de cumplir esta función del filósofo, amonestando a la sociedad y agitando su conciencia para que despierte”.
Precisó que vivimos en una sociedad con múltiples dosis de aparente libertad: “La tesis que yo exponía es, efectivamente, irritante: la ilimitada libertad individual que nos propone el neoliberalismo no es más que una ilusión. Aunque hoy creamos ser más libres que nunca, la realidad es que vivimos en un régimen despótico neoliberal que explota la libertad”.
¿Soy consciente de mi misión?