El Papa León XIV no solamente pronunció un discurso a los asistentes al Concierto de Navidad en el Vaticano, sino que también dirigió un mensaje a los promotores y a los artistas participantes.
Comenzó por especificar que la música acompaña siempre nuestra vida, ya que puede armonizar cualquier momento, sea de alegría o de sufrimiento: “La música nace de la vida cotidiana, acompañando nuestros viajes, nuestros recuerdos y nuestras luchas: es un diario compartido que preserva los sentimientos de todos —nostalgia, deseo, anticipación, pérdida, renacimiento—, narrando nuestro camino con sencillez y, al mismo tiempo, profundidad”.
Subrayó que el desarrollo e impulso cultural no puede desligarse del mejoramiento de las condiciones de este mundo, por lo que recordó que ese concierto ayuda a una noble causa:
“Este Concierto de Navidad apoya un proyecto misionero salesiano en la República del Congo: la construcción de una escuela primaria con capacidad para 350 niños. Esto también nos hace reflexionar, recordándonos que la belleza, cuando es auténtica, no se encierra en sí misma, sino que genera decisiones responsables para el cuidado del mundo. Así, la cultura se convierte en un soplo de aire fresco para la dignidad de todos, especialmente de los más vulnerables”.
Precisó que la música debe profundizar nuestro interior, puesto que no solamente excita las emociones pasajeras de regocijo externo: “Por eso, los invito a vivir este momento como una peregrinación interior. Que en Navidad, la música sea un lugar del alma: un espacio donde el corazón tome voz, acercándonos a Dios y haciendo que nuestra humanidad se inspire cada vez más en su amor”.
El escritor chileno, Claudio Naranjo, en su libro La música interior, señaló: “la música es un simbolismo sonoro que transmite significados, nada como ella comunica nuestro mundo vivencial”.
¿Refuerza mi intimidad?