La paz en Sinaloa: asoma y la matan
Entre balas saldrá ilesa la esperanza

OBSERVATORIO
08/04/2025 04:02
    Cuando ve a la gente presa del terror, el hampa flexibiliza la saña, aplicándola en dosis menores. Si los ciudadanos determinan retomar los espacios públicos, activarse en intervalos de aparente apacibilidad, las células confrontadas en el Cártel de Sinaloa escalan en los niveles de patentizar la crueldad.

    Será difícil que el embrión de la paz, ese que el domingo sacó de sus casas a centenas de familias convocadas a la Clase Nacional de Boxeo, sobreviva en Sinaloa más allá de lo que tarda la delincuencia del narcotráfico en colocarse por encima de cualquier atisbo de esperanza y confianza, al hacer dominar su narrativa de miedo y poder de facto. Es decir, cada vez que nos vamos a dormir elucubrando condiciones mínimas de tranquilidad, reaparece la realidad violenta y nos regresa a la pesadilla.

    La masacre en un centro de rehabilitación de Culiacán con al asesinato de nueve internos, y el enfrentamiento al sur del puerto de Mazatlán que abatió a cuatro supuestos sicarios y también le costó la vida a una mujer inocente, adquieren la connotación de recordatorios del crimen organizado para que percibamos que la guerra infernal sigue aquí y que nadie se crea a salvo, memorándum pesimista a la vez para las instituciones y quienes las dirigen que persisten en sacarnos del encierro y del amedrentamiento.

    El método y la logística criminal parecen moverse en función de cómo se comporte el tejido social por el inestable péndulo entre el sosiego efímero y la intranquilidad recurrente. Cuando ve a la gente presa del terror el hampa flexibiliza la saña, aplicándola en dosis menores. Si los ciudadanos determinan retomar los espacios públicos, activarse en intervalos de aparente apacibilidad, las células confrontadas en el Cártel de Sinaloa escalan en los niveles de patentizar la crueldad.

    Tal vez por eso los sinaloenses que adquieren valentía en cuanto a involucrarse con sus cuotas de valor en la faena de consecución de paz, efectúan antes el ejercicio que sopesa si hay acompañamiento cívico al respecto o bien la soledad que deriva de la apatía los hace más vulnerables de lo que ya están. Las más de 4 mil personas que se congregaron el domingo en el Parque Acuático de Culiacán y en el Parque Martiniano Carbajal de Mazatlán debieron experimentar a las horas esa tristeza de volver irremediablemente a la realidad trágica de la narcoviolencia.

    Pero pese al escepticismo, sin duda ha ido creciendo la respuesta a la movilización social como única manera disponible para rescatarnos desde lo individual y lo familiar en los muchos frentes de batalla en que pelean las organizaciones del narcotráfico. Sin embargo, en la anarquía propia de la conflagración hay muchos sectores y actores a los que mejor les va entre mayor sea la confusión. Así se trate de la emergencia de pacificar a Sinaloa para que nos vaya bien a todos, algunos segmentos prefieren que la sangre llegue al río en el raciocinio de que en aguas turbias, ganancias para pescadores.

    Todos deberíamos empujar del lado de instituciones y ciudadanos que plantean que la estrategia por la paz avance más veloz que las tácticas de la narcoguerra. Entender que será fundamental espolear los esfuerzos para reactivar la economía, atender las adicciones a las drogas, ofrecer el deporte y la cultura como rutas de evacuación, y hacer que nueva infraestructura para el desarrollo funcione como puente a la civilidad y legalidad.

    Pero no sucede así. Existen guerritas paralelas embozadas detrás de la gran beligerancia del narco, libradas éstas por partidos políticos que padecen de crisis de ansiedad y se pelean por los cargos públicos que estarán en disputa dentro de dos años, hostilidades precoces que inclusive son evidentes en el mismo círculo rojo que rodea Rocha Moya, y en el Movimiento Regeneración Nacional, el partido del Gobernador. Véase en las redes sociales el prematuro concurso de simpatía como si Sinaloa fuese una kermés y no la mecha de un polvorín siempre listo para estallar.

    El Partido Revolucionario Institucional capitaliza la narcoguerra desde el día uno a la fecha para reclutar a militantes que se le fueron y enganchar a prófugos de la partidocracia insulsa. La operación para tumbar a Rocha no le significó al PRI una atarraya para atrapar votos sino una obsesión que encapsuló en sus propias alucinaciones a la ahora ex dirigente Paola Gárate. Acción Nacional ni siquiera notó la circunstancia para alzarse como opción electoral porque tiene que resolver primero la crisis interna por la reyerta entre sus tribus.

    Por fortuna la sociedad sí procede a organizarse con sus propias fuerzas e ilusiones. Sabe que resulta crucial perseverar en la divisa de paz. Avanzar paso a paso hasta que los pacíficos cubramos de esperanza los campos de guerra. Ver con sentido de fe el panorama donde a duras penas el Ejército y la Policía recuperan territorio para el Estado de derecho. Sostener viva la certeza de que al final de cuentas los horizontes son una acuarela caleidoscópica donde el color de la violencia acabará siendo el rojo triunfal de los claveles.

    Reverso

    En Sinaloa somos palanca,

    Para destrabar la paradoja,

    De dar al narco alfombra roja,

    O blandirle la bandera blanca.

    La vida es primero

    La Secretaría de Seguridad Pública del Gobierno del Estado está tardando en declarar el estado de alerta máxima en los alrededor de 250 centros de rehabilitación registrados en Sinaloa, después de que el lunes crecieron las agresiones en Mazatlán y Culiacán traduciéndose en homicidios, privaciones masivas de la libertad y daños a los edificios que albergan este tipo de establecimientos. Lo prioritario es poner fuera de peligro a los internos y garantizarles a las familias de éstos que el esfuerzo por atenderles las adicciones a las drogas no desencadenará consecuencias mayores.