La poesía utiliza las alas de la metáfora para crear lo inexistente y nombrar lo innombrable. Se apropia del lenguaje divino para derramar su eterno néctar en los contingentes cálices de los hombres. Es canto celestial que embriaga los ojos, embelesa los tímpanos y electriza el alma. Arrastra con el torrente de su belleza y revuelca el sentido primigenio de las palabras con nostálgicas y majestuosas olas.
“En todas las cosas hay una palabra interna, una palabra latente y que está debajo de la palabra que las designa... La poesía es el vocablo virgen de todo prejuicio; el verbo creado y creador, la palabra recién nacida. Ella se desarrolla en el alba primera del mundo. Su precisión no consiste en denominar las cosas, sino en no alejarse del alba”, dijo Vicente Huidobro.
Ni los mismos poetas explican satisfactoriamente el reino en que habita la poesía. “Llegó la poesía a buscarme. No sé, no sé de dónde salió, de invierno o río. No sé cómo ni cuándo... Yo no sabía qué decir, mi boca no sabía nombrar, mis ojos eran ciegos, y algo golpeaba en mi alma... y escribí la primera línea vaga... y vi de pronto el cielo desgranado... Y yo, mínimo ser, ebrio del gran vacío constelado... rodé con las estrellas, mi corazón se desató en el viento”, escribió Pablo Neruda.
Por su parte, Ernesto Cardenal expresó: “La poesía es el lenguaje sin estar gastado, porque se hace el lenguaje y entonces el poeta tiene que usar la metáfora y la imagen para renovarlo, para sacarle brillo”.
Hablando del poema, Octavio Paz advirtió: “Cada poema es... un campo de relaciones mágicas y, así, un doble del mundo real”.
¿Descubro la poesía del lenguaje? ¿Disfruto la magia y latido interno de las palabras?
@rodolfodiazf