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"La Vida de acuerdo a mí"

"La Presidencia de Trump y Los Juegos del Hambre"

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13/03/2017 20:47

     
     
     
    Hace unos meses empezó a circular por las redes un meme que me llamó mucho la atención, tanto por lo gracioso, como por lo amenazante. Traducido al español, dice así:  2016: Trump no ganará. 2017: El Presidente Trump no puede hacer eso, ¿o sí? 2018: ¿Vas a ver Los Juegos del Hambre esta noche? Espero que gane mi distrito.
     
    La primera vez que lo vi, no pude evitar reírme. La posibilidad de que Estados Unidos se convirtiera en un Panem (nombre de la sociedad que protagoniza la trilogía Los Juegos del Hambre) me parecía ridícula. Sin embargo, hay algunos que parecen considerarlo una realidad no muy distante.
     
    La victoria de Donald Trump sobre Hillary Clinton ha aumentado la venta de varias novelas que narran sociedades distópicas. Una distopía es lo contrario a una utopía. Es una comunidad indeseada, temida, y por lo general, caracterizada por la deshumanización, la tortura, el caos, la ignorancia y un gobierno totalitario.
     
    Una de los libros que se ha visto beneficiado por creciente miedo de las personas a vivir en una sociedad distópica es 1984, del escritor británico, Geroge Orwell, cuya venta se ha incrementado hasta 10 mil por ciento en los últimos meses. Durante varios días de enero, 1984 fue el libro más vendido en Amazon, y la editorial Pinguin Random House ordenó imprimir 75 mil ejemplares nuevos.
    1984 es la novela brillante que trajo al mundo el concepto del “big brother”. En el mundo de 1984 las personas viven oprimidas bajo los ojos omnipotentes del gobierno, y dormidas por la ignorancia, el miedo, y la falta que amor que dominan sus vidas. Es una de las novelas que me esculpieron como joven adulta, y que cambiaron la forma en la que veía la vida. Te interese o no la política, es un trabajo literario altamente recomendable.
     
    Considero que Los Juegos del Hambre están inspirados en 1984, y en el resto de los textos que conforman el gran gremio de novelas distópicas que todos deben leer, (Farenheit 454 y Un Mundo Feliz). Para los que por alguna extraña razón no saben de qué tratan, Los Juegos del Hambre es una trilogía que narra la historia de una sociedad postguerra, dividida en 12 distritos, 10 de ellos extremadamente pobres, dos de economía decente, y una ciudad extremadamente lujosa, llamada Capitolio, donde viven los líderes con toda la extravagancia posible. Y en esta historia cada año hay una especie de concurso, donde un chico y una de cada distrito son elegidos al azar para participar en una competencia donde gana el que no se muere, o no matan. El punto es que decenas de blogs y medios juran que los Estados Unidos de Trump son los nuevos Juegos del Hambre. Que 2017 se ha vuelto 1984. Y aunque dichas declaraciones suenan descabelladas, cada día son más fáciles de creer.
     
    En Los Juegos del Hambre, Katniss y Peeta ganaron la competencia no porque fueran los más fuertes o los más inteligentes, sino porque estaban contando una historia. Apostaron por jugar el papel de dos jóvenes indefensos y perdidamente enamorados, y a la gente de Panem su relación les pareció adictiva. Hay quienes encuentran en ellos un hilo que los une a Trump; argumentan que no ganó la Casa Blanca porque fuera el candidato correcto, sino porque es un personaje. Billonario, bravucón, controversial; supo ser lo que la gente quería: un espectáculo. Mirar los debates presidenciales y leer las noticias era muy entretenido durante las campañas. Y los sigue siendo. Todo parece sacado de una novela de horror.
     
    Las novelas distópicas existen por un solo motivo: para advertirnos de lo que puede suceder. Que todo lo que conocemos y apreciamos puede ser arrebatado de nuestras manos. Al final, es esto lo que define a una sociedad distópica. El contraste entre lo que era y lo que es. En los libros, el antes de las distopías están marcados por la llegada de los zombies, de las plagas, del meteorito, de los extraterrestres. Muchos juran que nuestra distopía estará definida por el fin de un mundo en el que no mandaba el temperamento de Trump.
     
    Hay quienes ya han compartido en internet sus cartas de amor al mundo que existía antes. Porque afirman que era un lugar hermoso. En lo personal, no estoy segura de a qué mundo se referían. El racismo y el sexismo han existido aquí, en Estados Unidos y en todas partes desde el principio de los tiempos. La cuestión es que ahora los medios se están tomando más en serio la tarea de reportarlo, y las empresas de entrenamiento de representarlo. La gente es pobre, se muere de hambre, los matan para robarles, por conveniencia, por accidente. Todo es real, todo está sucediendo.
     
    Puede que los Estados Unidos de Trump sean iguales, o peores que Los Juegos del Hambre, puede que no. No tenemos que cruzar la frontera para observar un mundo donde no hay respeto por la vida de los seres humanos. Escribí “balacera México” en el buscador de noticias de Google, y conté 15 muertos, sólo en la primera página. Luego lo cambié a “crimen México”, y en una nota leí que en los 50 meses que lleva Peña en Los Pinos ha habido casi 91 mil homicidios. 91 mil vidas que a nuestro Presidente le valen un pepino, porque vive en su castillo impenetrable, su propio Capitolio. Y eso no es todo. México ha salido pésimo en las encuestas de educación mundial, o sea, somos un país ignorante. “La ignorancia es la fuerza”, dijo en su novela George Orwell. México es un país en guerra, no contra otros países, como es en 1984, pero dentro de sí mismo, tal como se refleja en Los Juegos del Hambre. Y nuestro Presidente miente, seguido y descaradamente. Y espera que le creamos solo por lo que él representa. Al igual que Trump. Y al igual que “el gran hermano”, que decía que 2 y 2 son 5. Que era la verdad, porque él controlaba la verdad y el ahora. Y quien controla el ahora controla el pasado y el futuro.
     
    No creo que en el estricto sentido de la palabra vivamos en una sociedad distópica. Todavía gozamos de ciertas libertades inexistentes en dichas novelas. Podemos leer. Podemos amar. Podemos defender, conscientes de los riesgos, nuestra individualidad y nuestra opinión. Pero, visto desde otro ángulo, este mundo en el que nos tocó vivir es peor que Los Juegos del Hambre. Ese es un relato ficticio, donde solo había 12 distritos, y los factores de raza, género y religión no jugaban un rol en específico. Esta es la vida real. Somos más de 7 mil millones de personas. 193 países. No sé cuantas razas, religiones e idiomas. Nunca hemos vivido en una utopía. Aunque hay quienes hemos sido afortunados, la tierra siempre se ha parecido más infierno que al cielo. No me dan miedo Los Juegos del Hambre. Pero por si acaso, que la suerte esté siempre de su lado.
     
     
    La autora es mazatleca, tiene 19 años y estudia Periodismo en la Escuela Carlos Septién