La razón y el derecho del lado de los universitarios

    Son ya muchos los abusos de quienes actúan en nombre de la Universidad, ahora ya hasta de forma ilegal, desobedeciendo lo que mandata hasta la misma normatividad interna. En todos estos meses se han documentado incontables tropelías. El uso político de la institución, el desvío de recursos, el enriquecimiento ilícito de exrectores, el quiebre financiero, la represión. Y ahora también salen evidencias de un desmesurado incremento de la nómina.

    La más reciente resolución judicial que imposibilita al Congreso del Estado a reformar la Ley Orgánica de la UAS, y fiscalizar su presupuesto, no es definitiva. Todavía queda el recurso de revisión, que deberá solicitar de oficio el órgano legislativo.

    En las leyes mexicanas existen suficientes precedentes y principios basados en derechos humanos que facultan a las autoridades estatales para intervenir y vigilar un ente público, sin violentar su autonomía.

    La razón y el derecho le asiste a los verdaderos universitarios. La justicia de lado de los que buscan democracia y están a favor de la transparencia.

    Son ya muchos los abusos de quienes actúan en nombre de la Universidad, ahora ya hasta de forma ilegal, desobedeciendo lo que mandata hasta la misma normatividad interna.

    En todos estos meses se han documentado incontables tropelías. El uso político de la institución, el desvío de recursos, el enriquecimiento ilícito de exrectores, el quiebre financiero, la represión.

    Y ahora también salen evidencias de un desmesurado incremento de la nómina. Aquí unas observaciones al respecto...

    La abultada nómina
    de la UAS

    La Universidad Autónoma de Sinaloa cuenta con uno de los contratos colectivos más generosos en toda la entidad.

    Fruto de la organización sindical, los universitarios ejercemos derechos que pudieran considerarse privilegios, si se les compara con las condiciones laborales promedio en el País.

    Y es que la UAS conserva un régimen de contratación que ya no es usual en estos tiempos donde prevalece la precariedad.

    Gozamos de una jornada laboral limitada, dos días de descanso a la semana, tres periodos de vacaciones pagadas al año y muchos otros estímulos económicos.

    Con tantos beneficios es natural que muchas personas consideren atractivo ingresar a la UAS. Una plaza aquí, ofrece la posibilidad de disfrutar una vida materialmente más cómoda.

    Esto lo saben las autoridades universitarias, y por casi dos décadas se han aprovechado de la situación para reclutar un ejército de trabajadores al servicio de sus ambiciones políticas.

    El intermediario es el Partido Sinaloense. El PAS funciona como una agencia de colocaciones que distribuye y asigna plazas y espacios laborales.

    Para ingresar a trabajar a la Universidad es necesario pertenecer al PAS, ya sea como afiliado, militante, vocero, o como prestanombre en negocios sospechosos.

    Obtener una plaza definitiva, sin embargo, no es tan sencillo, y los que incursionan en el proyecto saben que deben ganarse en las calles y jornadas electorales una base permanente.

    Mientras eso sucede, la mayoría queda atrapado en un limbo laboral, sin número de empleado, o en el mejor de los casos, como trabajador de confianza.

    Para avanzar, lo que más se valora es la lealtad y la disciplina. Participar en marchas, hacerla de porro, poner a disposición la redes sociales para el proselitismo.

    En estos días se puso en evidencia el vertiginoso crecimiento de la nómina de la UAS, que no corresponde con incremento de la matrícula escolar, como siempre lo habían querido justificar.

    Las cifras revelan que de 2014 a 2022 el número de estudiantes aumentó apenas un 11 por ciento, mientras que el gasto para el pago de la nómina creció 40 por ciento.

    Es el resultado de la incorporación de nuevos trabajadores, principalmente empleados de confianza. En el último año las contrataciones de este tipo pasaron de 2 mil 972, a 4 mil 143, lo cual implica un aumento de 39 por ciento.

    Por eso, de repente vemos que las escuelas se llenan de empleados prescindibles, no tanto de maestros regulares, sino personal de confianza, coordinadores en puestos que antes no existían, vigilantes, conserjes, jardineros, veladores, secretarias, unos para cubrir el turno matutino y otros para tarde y noche.

    Es así como la UAS se posiciona como la universidad pública estatal que más dinero gasta en pago de salarios, en todo el noroeste del País. Pues, mientras la UABC, la UNISON, la UACH, destinan entre el 70 y el 80 por ciento de su presupuesto a nómina, el gasto de la UAS en ese rubro supera el 90 por ciento.

    Y esto ha ocurrido así por lo menos desde 2007, cuando comenzó a incrementarse sustancialmente el presupuesto..

    Pero en vez de utilizar esos recursos para sanear las finanzas, incrementar los tiempos completos y apoyar las actividades académicas sustantivas, las últimas administraciones decidieron meter más gente al barco, para utilizarlas en actividades partidistas.

    Esto se hizo bajo la coartada de una política de cero rechazados, sin la oportuna supervisión de las autoridades educativas, todo a expensas del quiebre financiero que hoy padece la Universidad.

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    jorge.ibarram@uas.edu.mx

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