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"MIS MEMORIAS"

"La religión en mi vida"

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09/08/2018 16:07

    Mario Arturo Huerta Sánchez

    En 1932 inicié mi instrucción en la doctrina cristiana, llevado por mis padres a las pláticas que impartían los y las catequistas los sábados por la tarde en Catedral bajo la dirección del señor cura don José Ruíz Rueda (quien se desempeñó desde el 19 de noviembre de 1929), su auxiliar padre Panchito García López y padre Silverio. En 1934 se agregó mi hermano Memo y el 1936 ya nos desempeñábamos los dos como acólitos, para lo cual tuvimos que aprender a contestar los rezos de la misa en latín. Teníamos nuestras sotanas rojas y roquetas blancas que debíamos usar cuando actuábamos en algún servicio. En esos años se celebraban misas en las mañanas y rezo del rosario, bendición del Santísimo por las tardes. 

     

    Una vez por mes venía a Mazatlán el Señor Obispo de Sinaloa don Agustín Aguirre y Ramos a efectuar confirmaciones que en una ocasión nos confirmó a Memo y a mí, fueron nuestros padrinos, de mi hermano el señor don Ulpiano Arzac y el mío el señor don Ricardo Lorda Fernández de la Riva (abuelo de mi sobrino de cariño Arq. Santiago León Lorda). A los monaguillos nos correspondía ayudar al señor Obispo en todos sus servicios. 

     

    También vino a Mazatlán el señor Obispo Aguirre y Ramos el 31 de diciembre de 1933 para bendecir el altar de mármol. En  esa fecha todavía no éramos monaguillos Memo y yo.

     

    El 8 de noviembre de 1938 se llevó a cabo la Consagración de la Parroquia de la Inmaculada Concepción para la cual el señor Obispo Dr. Don Agustín Aguirre y Ramos se dignó invitar al Exmo. Metropolitano señor Arzobispo Doctor Don José María Gonzáles y Valencia como consagrante de la Parroquia y del Altar Mayor.

     

    Los otros cuatro altares los consagraron el Exmo. señor Arzobispo de Guadalajara y los Exmos. señores Obispos de Sonora, Chihuahua y Tepic. A la consagración asistieron seis Obispos y veintisiete sacerdotes. Los monaguillos que ayudamos a los señores obispos usamos sotanas negras y roquetes blancos y éramos Leopoldo Sánchez Zúber, José Luis Salcido, Federico Guerra, Federico y Fernando Lemmenmeyer, Luis Peña, mi hermano Memo y yo. Los otros monaguillos de sotana roja y roquetes blancos eran entre otros, José Antonio Lláusas, José Manuel Castelló, Fernando Sánchez Zúber, José Carlos Castelló, Juan Gavica, y otros que no recuerdo.

     

    Semanas antes a la Semana Santa se efectuaban ensayos de los cantos de las siete palabras en la sala de mi casa, a los que asistían don Lupe, organista de Catedral, mi madrina Carlotita Ruíz, mi mamá, mi padrino don Ricardo Lorda, el padrino de Memo don Ulpiano Arzac y algunas otras personas cuyos nombre no recuerdo. De los cantos, me quedó grabado parte relativo a “UNA PALABRA” que decía: “Si al ladrón arrepentido, dáis lugar allá en el cielo”, seguía más que no recuerdo, aunque la melodía sí. Los Viernes Santos nos permitían a Memo y a mí estar en el coro en que cantaban, desde donde observábamos los amontonamientos y empujones de abajo. Los Jueves Santos los monaguillos ayudábamos en la celebración de la ceremonia del lavatorio de pies.

     

    Un 10 de mayo hicimos la primera comunión un grupo de 20 niños y niñas; Carlotita Ruíz amiga de mi mamá pidió ser mi madrina.

     

    Del 3 al 8 de noviembre de 1943 se celebró en Mazatlán el Primer Congreso Eucarístico Mariano Interparroquial, en el que la declaración de apertura la hizo como presidente del Congreso el Exmo. y Rvmo. señor Arzobispo de México y encargado de la Delegación Apostólica, doctor don Luis María Martínez, del que tuve el privilegio de ser su acólito edecán.

     

    En enero de 1944 me fui a México para inscribirme en la Escuela Nacional de Ingenieros de la UNAM y como cerca del departamento en que vivíamos con mis hermanas en calle Jalapa 124 estaba la ”Iglesia de la Sagrada Familia” nos inscribimos Memo y yo como miembros de la Congregación Mariana de San Juan Beckmann cuyo Director era el SJ Benjamín Pérez del Valle, en esa Iglesia ubicada en la calle de Orizaba esquina con calle Puebla. Todos los domingos se celebraba misa a las 8 de la mañana, nos confesábamos (mi confesor era el Padre Cabrera) y comulgábamos; desde que entrábamos a la Iglesia nos poníamos nuestra medalla de San Juan Beckmann en un cordón entrelazado azul claro y blanco que siempre traíamos en nuestro bolsillo. Al terminar la misa, bajábamos a una Capilla en el sótano de la Iglesia, que era un amplio salón en el que nos sentábamos todos los congregantes que llenábamos el lugar. 

     

    Compañeros de la Escuela de Ingenieros nos sentábamos en la misma banca, capitaneados por Rodolfo Félix Valdés, (quien años después fue Sub-Secretario y luego Secretario de Obras Públicas y también Gobernador del estado de Sonora), Gonzalo Gout Ortíz de Montellano (fundador y presidente de la Cámara de la Construcción), Francisco Gándara Arizti (Consejero de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción), Ricardo García Rendón, Leslie Kuthy Porter, Fernando Pacheco y yo, también José Mendoza Fernández que fue Presidente de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción  aunque no era de la Escuela Nacional de Ingeniería. Iniciamos con una oración que nunca he dejado de rezar “Bendita sea tu pureza... etc” y luego el Padre Pérez del Valle nos dirigía una plática en la que algunas veces salíamos regañados. Al término de la reunión nos íbamos a desayunar para regresar a la Iglesia a las 11 para salir en grupos a colonias para impartir catecismo como obra de apostolado. En Semana Santa asistíamos a todos los oficios. 

     

    Al aproximarse los exámenes finales, siempre hacíamos caminatas a la Basílica de Guadalupe para pedir que nos fuera bien; por mi parte fueron escuchados mis rezos ya que nunca tuve alguna materia reprobada en toda la carrera. Al finalizar el último año de nuestros estudios, en mi carácter de Tesorero de la Sociedad de Alumnos, me hice cargo de mandar ordenar una Solemne Misa de Acción de Gracias de mi Generación 1944-1948 en la Basílica de Guadalupe, para lo cual me dirigí al señor don Guillermo Barroso, (en cuyas oficinas trabajaban como secretarias mi hermana Esther y mi prima hermana María Luisa Callejo Sánchez), que era presidente del Patronato y él comisionó a su hijo menor Javier para que me acompañara a la Basílica para hacer los arreglos y el pago correspondientes con el Párroco, quedando la misa programada a las 11:00 de la mañana del martes 4 de enero de 1949. Asistimos todos los integrantes de la Generación, que recibimos una estampita de la Virgen de Guadalupe que yo había mandado imprimir con la siguiente leyenda: “Recuerdo de la Solemne Misa de Acción de Gracias que los pasantes de la Generación 1944-1948 de la Escuela Nacional de Ingeniería de la UNAM, ofrecieron a su Reina y Madre la Santísima Virgen de Guadalupe, como testimonio de amor y gratitud al terminar su carrera. Basílica de Santa María de Guadalupe. Enero 4 de 1949, México, D.F.

     

    El sábado 7 de noviembre de 1953, contrajimos matrimonio eclesiástico mi esposa Elvira Carmen González Castro y yo en una misa que se celebró a las 8 de la mañana de ese día en Catedral y que ofició Monseñor Antonio Ramos, quien nos casó. Posteriormente acudimos oportunamente a las oficinas en Catedral para solicitar las ceremonias de bautizo, confirmación, primera comunión y matrimonio de cada uno de nuestros cinco hijos. 

     

    En septiembre de 1954 nació mi primogénito Mario Arturo en el Sanatorio de la Divina Providencia.

     

    En agosto de 1964, mi compadre Toño Cevallos y yo entramos a los Octavos Cursillos de Cristiandad que se celebraron en el Orfanatorio de Mazatlán, además estuvieron Jorge Estanislao Magaña Tirado, Roberto Cruz Bringas, Rafael Laveaga Páez, Roberto Watson, Ramón D. Delgado, J. José Hernández M., Francisco Carrillo Valenzuela, César Osuna E., Raúl Bernal Laveaga, José Rafael Valdés Ramírez (de Rosario, Sin.), Ignacio Repovo, Pedro Sánchez Célis, Raúl del Valle López, Francisco González A. (del Rosario, Sin.), Rafael Cabrera, Eduardo Schroedar, Tomas Sánchez O., Ladislao Vales P.

     

    Llegamos el jueves por la tarde y salimos el domingo por la tarde. Los instructores y conductores de los Cursillos fueron los Padres Héctor Soto y Ramón Sotomayor. Asistimos 20 jóvenes que debíamos tratar temas que llamábamos rollos y que discutíamos con la participación de todos. Todos los días asistíamos a misa, comulgábamos y rezábamos el rosario y recibíamos la visita del señor Obispo Doctor Miguel García Franco. 

     

    Salimos muy motivados y deseosos de participar y en Julio de 1965 formamos un Patronato Pro Seminario de Mazatlán cuyo presidente fue mi compadre Toño Cevallos, yo fui vicepresidente, mi compadre José Manuel Castelló secretario y mi otro compadre Rafael Ernesto Domínguez, tesorero, que de inmediato organizamos un maratón radiofónico dirigido por un locutor Sr. Gorosave con la participación de las hermanas Cabrera que se desempeñaban como telefonistas y consiguieron ocho teléfonos que se utilizaron en el maratón cuyo resultado alcanzó la cantidad de 2 millones 300 mil pesos en efectivo y más o menos 400 mil pesos en materiales, con los que construimos el Seminario de Mazatlán, yo fui el constructor responsable de la obra.

     

     

    SS Juan XXIII (1958-1963)

    En el año de 1963 mis queridos amigos Guillermo Coppel Campaña y su esposa Yolanda Sánchez Zúber de Coppel que regresando de un viaje de vacaciones a Europa, me entregaron como regalo una Bendición de SS Juan XXIII que obtuvieron en el Vaticano que dice:

     

    Beatísimo Padre

    El Ing. Mario A. Huerta y familia humildemente postrados a los pies de Vuestra Santidad suplican la Bendición Apostólica e Indulgencia Plenaria “in artículo mortis” aún en el caso que no pudiendo confesar ni comulgar previo a un acto de contrición pronuncien con la boca con el corazón el Nombre Santísimo de Jesús.

     

    Vaticano el día 31-5-1963

     

    Firma ilegible

     

     

    Pablo VI (1963-1978)

    El miércoles 3 de septiembre de 1975, estuvimos en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, Arturo y Olga de Cima, mi esposa Vira y yo en la Audiencia Pública que todos los miércoles SS Pablo VI en que imparte Bendición a los miles de asistentes reunidos en la Plaza, en donde estuvimos en un lugar aproximadamente a diez metros del Trono Papal. Tomé varias fotografías, obtuve la impresión de una bendición Papal que dice

     

    Annus Sanctus 1975

    Beatísimo Padre

    Mario A. Huerta Sánchez

    y familia

    peregrinos en Roma

    humildemente suplican una especial

    Bendición Apostólica como prenda de

    Celestiales favores

     

    Vaticano 11-9-1975

     

    Firma ilegible

     

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    Viaje a la Ciudad de México que resultó ser el de mayor importancia en mi vida

     

    El lunes 7 de mayo de 1990, recibí una llamada de la Embajada del Paraguay para informarme que al siguiente día se iba a celebrar una recepción al Cuerpo Diplomático de México y que me habían considerado como invitado en mi calidad de Secretario de la Asociación Nacional de Cónsules Acreditados en la República Mexicana, por lo cual debía ponerme en contacto con Monseñor Jerónimo Prigione, Delegado Apostólico. Al hacerlo me contestó su Secretario Pietro Parolin, a quien le di la información que requerían y me instruyó lo que procedía. Así el martes 8 a las 12:45 horas Vira y yo tomamos el avión que nos puso en la Ciudad de México a las 3 de la tarde en donde nos registramos en el hotel Fiesta Americana del Aeropuerto. A las 6 p.m. llegamos a la Embajada del Paraguay en donde nos esperaba el Embajador Dr. Raúl Gómez Núñez, Decano del Cuerpo Diplomático y su esposa señora Míriam y juntos llegamos a la Delegación Apostólica a las 7:00 p.m. 

     

    En los jardines de la Delegación se instaló el lugar en donde estuvo acomodado su Santidad Juan Pablo II y a los invitados nos colocaron de pie formando una semielipse. A las 8 p.m. inició el conductor del programa anunciando al Decano Embajador Dr. Raúl Gómez Núñez para dirigir un mensaje a su Santidad. Después el conductor Monseñor Prigione pasó el micrófono a su Santidad quien dirigió un mensaje que nos emocionó a todos. 

     

    Una vez que terminó y que fue muy aplaudido, Monseñor Prigione nos dio una emotiva sorpresa al informarnos que su Santidad había decidido saludar a cada uno de los invitados por lo que de inmediato formamos una línea que hicimos con el mayor orden. Al llegar el turno a Vira y a mí, como Monseñor Prigione le dijo que yo era Cónsul del Paraguay, su Santidad me preguntó “¿Cómo está el Paraguay?” a lo que le contesté “Está muy bien su Santidad, estuve ahí y encontré todo bien, pero yo soy mexicano y soy Cónsul Honorario del Paraguay en Mazatlán, puerto en el Océano Pacífico frente al extremo de la Península de Baja California, en donde nos daría un gran gusto que algún día nos hiciera el honor de visitar - a lo que contestó -si Dios nuestro Señor lo permite”. En ese momento que estuvimos con Su Santidad, MI ESPOSA Vira y yo sentimos en nuestros cuerpos unas vibraciones extrañas que nunca habíamos sentido, ni hemos vuelto a sentir. Sin duda estábamos ante un mensajero de Dios. 

     

    El jueves 3 de noviembre de 2011, se expusieron las reliquias del Beato Juan Pablo II en la Catedral de Mazatlán. A las 6 p.m. de ese día, al salir de una misa que se celebró en la Iglesia de la Sagrada Familia para pedir por la salud de Julieta Ruiz Fuentevilla,  “JU”, quien sufrió un accidente automovilístico y quedó mal herida, mi hija Tita y yo fuimos  a la Catedral (mi esposa no pudo acompañarnos, por encontrarse mal de salud) para visitar las Reliquias.

     

    Cuando llegábamos a Catedral nos encontramos con que había una fila larguísima que llegaba hasta la esquina de la calle Guillermo Nelson con la calle Leandro Valle, por lo que tardamos más de una hora en llegar al lugar donde estaban expuestas las reliquias. La visita fue muy corta pero nos permitió elevar una oración y a mi recordar los momentos en que conversé con su Santidad el martes 8 de mayo de 1990 en la Delegación Apostólica de la ciudad de México.