La ruta del terror para la diáspora haitiana

ENTRE COLUMNAS

    En los últimos meses la crisis económica de Haití se agravó por la pandemia del Covid-19, a lo cual se agregó la falta de gobernabilidad que dejó el magnicidio del Presidente Juvenel Moise. Por si esto fuera poco, la isla sufrió los estragos de un terremoto en el mes de agosto, que dejaría más de 300 muertos y miles de heridos y damnificados.

    Ante ese escenario catastrófico, a miles de ciudadanos haitianos no les ha quedado de otra opción más que salir de su país a buscar un mejor futuro.

    Históricamente, los migrantes de Haití han buscado primariamente llegar a Estados Unidos, Canadá, Francia, y en menor grado otras naciones del Caribe. Sin embargo, las medidas de contención implementadas por la Guardia Costera de Estados Unidos y las autoridades fronterizas de las Bahamas, han obstruido cada vez más la ruta primaria. Por eso, a fines del año 2010, esta ruta comenzó a desplazarse hacia el este, cruzando hacia la República Dominicana antes de lanzarse al mar, y cada vez más con el objetivo de llegar a Puerto Rico. Al mismo tiempo Brasil, Chile, Perú y Argentina se han convertido en destinos populares para ellas y ellos.

    Para llegar a territorio sudamericano, los migrantes haitianos irregulares viajan en avión hasta Quito, Ecuador, donde no necesitan visa. Desde ahí, pueden continuar su viaje por tierra hasta aquellos países del sur, donde muchos tienen ya redes sociales consolidadas.

    Con la crisis del Covid-19 y la desaceleración de la economía en esos países, la ruta migratoria se redireccionó hacia Estados Unidos, lo que significa un viaje que puede durar meses desde Sudamérica.

    Una de las fronteras más peligrosas que tienen que cruzar es la que divide a Colombia y Panamá, pues ahí se encuentra la selva del Darién. Este punto es comúnmente conocido como el “tapón de Darién”. Para evitar el cruce por la selva, se puede cruzar por el mar Caribe, pero para los migrantes indocumentados es una opción que se descarta. Muchos lo han intentado en embarcaciones improvisadas, lo que ha resultado en naufragios, como el ocurrido en el pasado mes de junio, en el que murieron ahogados 12 migrantes.

    En el año 2021, se calcula que 17 mil personas (entre ellos mujeres y niños) han transitado por la selva del Darién, lo que implica una travesía de entre ocho y diez días caminando. Este tramo es territorio controlado por narcotraficantes, grupos guerrilleros y mafias traficantes de personas, que comúnmente asesinan, roban, extorsionan y violan sexualmente a las personas que transitan por aquí. Sin mencionar las inclemencias del tiempo y los peligros naturales a los que se enfrentan.

    Una vez en Panamá, los migrantes aún tienen que cruzar clandestinamente las fronteras de Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Nicaragua, antes de llegar a México, donde solicitan refugio o visas humanitarias ante la COMAR (Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados) en Chiapas.

    En la actual crisis migratoria, el sistema de atención a refugiados en México ha colapsado, con más de 40 mil solicitudes de enero a agosto. Ante la desesperación de los trámites, miles han continuado el viaje por territorio mexicano sin documentos, así que atraviesan la Sierra Madre de Chiapas, apresurados y temerosos de ser detenidos por las autoridades o caer presas de la delincuencia organizada.

    Los que logran llegar al estado de Veracruz, deben elegir entre dos rutas: la del Pacífico cruzando por Jalisco, Nayarit, Sinaloa y Sonora para llegar a la frontera de Nogales o Tijuana. O bien, la ruta del Golfo, atravesando el estado de Tamaulipas para llegar a las fronteras de Reynosa, Nuevo Laredo y Ciudad Acuña en Coahuila; que colindan con el estado americano de Texas. Aunque esta última es más corta, se sabe que es más peligrosa por el control de los grupos delincuenciales.

    Si bien, muchos han transitado por la ruta del Pacífico, (donde se encuentra Sinaloa) los migrantes haitianos han elegido en su mayoría, viajar por la ruta del Golfo.

    Para abordar un autobús en México, no se solicitaba ningún documento migratorio, hasta hace unos días, cuando el actual gobierno federal pidió a los transportistas negar el servicio a los migrantes indocumentados. El Presidente confirmó la orden al argumentar que “hay redes de traficantes de personas que contratan camiones para trasladarlos a la frontera con Estados Unidos”. Esta medida, por supuesto, los obligará a ponerse en manos de “polleros” o a buscar rutas cada vez más peligrosas.

    Pues bien, después de un viaje de meses, después de atravesar los peligros en miles de kilómetros, los que han logrado llegar a Ciudad Acuña, Coahuila, han sido acorralados, intimidados y deportados masivamente. Para muchos así termina el ciclo migratorio que volverá a iniciar dentro de unas cuantas semanas.

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