El miedo a la soledad, dijo Erich Fromm, es uno de los grandes problemas existenciales, porque el ser humano se experimenta desprotegido, vulnerable y abandonado. Este trauma, añadió, sólo puede ser curado con el sentido de pertenencia, que posibilita superar la separatidad.
El miedo a la soledad puede surgir desde los primeros meses de vida, pues ningún individuo se vale por sí mismo, a diferencia de los animales que no requieren tanta atención y cuidados para sobrevivir.
Invirtiendo los términos de la ecuación, podemos incidir en otro problema o desequilibrio psicológico: la soledad del miedo, también llamada agorafobia, o miedo a las multitudes y lugares llenos de gente.
En la obra de teatro que la SAS y el ISIC acaban de presentar, “Novecento”, de Alessandro Baricco, está muy patente el miedo que tiene el pianista de abandonar el barco, dejar su pequeño mundo e insertarse en la gran ciudad. ¿A qué se debe este miedo? Puede ser la inseguridad de su origen, el retraimiento en que ha vivido, el confinamiento de su pequeño mundo, la evidente carencia de afecto y la compensación obtenida con la práctica de piano, así como la falta de sentido de pertenencia, entre otros factores.
Hace ocho años, una marca de whisky promovió una campaña bajo el concepto: “Dar se siente genial. Compártete”, en donde mostró un video con la historia de Vicent, un joven que afinaba pianos y lo sonaba muy bien, pero era incapaz de tocar frente al público y de compartir su enorme talento musical.
Su esposa, consciente del miedo de Vicent, ideó con algunos amigos un evento titulado “Un concierto para Vicent”, invitándolo a afinar el piano de un teatro sin que supiera que había público presente y ofreció especial concierto.
¿Supero la soledad del miedo?
Suscríbete y ayudanos a seguir
formando ciudadanos.
