Los comentarios en relación con la voluntad de servicio, así como el trato humanitario recibido en los macrocentros de vacunación motivan a reconocimiento y a un sentimiento de gratitud.

    A partir de marzo de 2020 han transcurrido alrededor de 16 meses en los que nuestro país ha padecido la presencia de la pandemia de Covid-19 que ahora vuelve a la carga mediante la mutación de su cepa viral. En ese aciago espacio cronológico la respuesta del Gobierno para combatir, o al menos para neutralizar el pernicioso avance del Coronavirus ha sido contemplada a veces como una estrategia errátil y fallida, pero en la actualidad esa respuesta oficial parece validarse mediante una creciente cruzada de vacunación.

    Este recurso de inmunización ha ido superando imprevisiones y deficiencias iniciales de la aplicación masiva, y actualmente se realiza cada vez con menores problemas para los solicitantes, lo cual es acreditable a una eficaz coordinación interinstitucional en la que los sectores gubernamentales han contado con la invaluable colaboración de la población universitaria de las carreras de medicina y enfermería.

    Los comentarios en relación con la voluntad de servicio, así como el trato humanitario recibido en los macrocentros de vacunación motivan a reconocimiento y a un sentimiento de gratitud.

    Esta reivindicadora situación está siendo constatada ahora por la población más joven del país, que a partir de los 18 años ha sido convocada a la vacunación, y lo más reconfortante es enterarse de que los grupos juveniles, tanto en el ámbito nacional como en Sinaloa, están respondiendo con entusiasta aceptación al llamado inmunizador.

    Tal disposición corresponde a los objetivos y las esperanzas que laten en ese recurso de protección por muchos percibido como la alternativa de restauración sanitaria ante la morbilidad que parece perpetuarse.

    Pero debe prevalecer también la advertencia de que la acción que las autoridades están acrecentando en materia de vacunación no acredita como una garantía absoluta de inmunidad contra el contagio, aunque sí es una medida definitivamente protectora cuyo efecto debe ser preservado por la sociedad, mediante una decisión responsable en el sentido de no violar ni relajar las muy consabidas acciones que indica el protocolo sanitario, y cuya observancia corresponde a un ejercicio de solidaridad aunque, lamentable es observar que algunos grupos citadinos parecen empeñados en desdeñar con indolencia la gravedad de la ominosa realidad que ahora es cotidiana.

    Tomando en cuenta lo anterior la coincidente decisión tomada por los presidentes municipales de Culiacán y Mazatlán en el sentido de prohibir el acceso a lugares públicos a toda persona que no certifique haber sido vacunada refleja congruencia en función de enfrentar la actual escalada de contagios. Sin embargo, voceros de los sectores afectados califican tal medida como un recurso desesperado que lesionará sensiblemente la economía en ambos municipios.

    La Coparmex en Sinaloa propone que, en lugar de acciones tan extremas, las autoridades de Culiacán y Mazatlán dispongan una intensa campaña de convencimiento enfocada principalmente a los grupos reacios a observar las medidas sanitarias cuyo cumplimiento sí está siendo respetado conscientemente por los sectores formales de los ramos comercial, gastronómico y de servicios. Sin duda se trata de una buena propuesta, pero se requeriría de una estrategia suprema para conferirle la deseada efectividad, pues ya otras campañas de concientización no parecen haber sido fructíferas.

    Y ante el embate de la llamada tercera ola de la pandemia, cuyo crecimiento esta semana parecía incontrolable, las medidas dictadas por las autoridades de los dos principales municipios de Sinaloa tienen que considerarse como inevitables, sean o no apoyadas legalmente, pues, aunque no parece haber algún espacio jurídico que autorice a obligar a la vacunación, la evidente gravedad del caso actual impone a la aplicación de la ley de la conciencia.

    La nueva visita del Presidente Andrés Manuel López Obrador abre un determinante espacio al esperanzador propósito del Gobernador Quirino Ordaz Coppel en el sentido de acelerar el equipamiento del Hospital General de Culiacán y el Hospital Pediátrico de Sinaloa, así como del Centro de Salud, realización que vendrá a atender una demanda que cobra carácter de suma urgencia.

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