Jorge del Rincón Bernal
Amables lectores, la rectitud es una de las más grandes gracias que una persona puede tener. Es una brújula, que nos dice para dónde hay que caminar para hacer lo correcto, a lo que es bueno sin inclinarse a ningún extremo, porque su apoyo es la prudencia. La rectitud es una manera de ser y de vivir, es la solidez del carácter y la estructura de nuestra conciencia.
La persona que la tiene vive en paz y feliz y en nuestros días eso se vuelve cada vez más indispensable en medio de tanta violencia y corrupción; A continuación les comparto cinco consejos de Silvia Valle de cómo formar a los hijos en la virtud de la rectitud.
1. Enseña a tus hijos lo que es bueno y lo que es malo.
Un acto humano solo puede ser bueno o malo y es necesario saber distinguirlo claramente.
Así como la verdad es sólo una, a pesar de que mucha gente diga que cada quién tiene su verdad, así también la moral debe ser una y los actos son buenos o malos a pesar de la intención con la que se lleve a cabo. Cuando un acto malo se hace con buena intención, sigue siendo malo, aunque con algunos atenuantes. A esto se le llama actos especiales de moral.
Cuando son pequeños nuestros hijos no saben distinguir lo que es bueno de lo que es malo, por eso debemos ser nosotros quienes les mostremos lo que es correcto.
Mientras más pequeños sean, más necesitan de nuestras explicaciones y de preferencia, con material didáctico y con palabras claras y entendibles para ellos.
Cuando son más grandes es importante darles las razones adecuadas para que entiendan la diferencia y comprendan lo que todo esto significa.
2. Que nuestros hijos sepan que hay consecuencias de sus actos.
Es muy necesario que comprendan las consecuencias de lo que hacen para que sepan escoger entre el bien y el mal.
Si conocen lo que cada acto conlleva es más fácil que tiendan a hacer el bien y a rechazar el mal.
Cuando están pequeños es bueno que hagamos con ellos una reflexión sobre lo que están haciendo y cómo lo deberían hacer, además es necesario repetirles las cosas cada vez que se requiera para que lo vayan comprendiendo mejor y les quede fijo el concepto y se adquiera la virtud.
En el caso de los adolescentes es de vital importancia establecer las consecuencias claras de cada caso y que lo tengan presente en cada momento.
3. Enséñalos a que vivan conforme a esta virtud.
Después de saber lo que es bueno y lo que es malo, es importante enseñarles a nuestros pequeños a vivir conforme a lo que piensan.
Si desde pequeños los enseñamos a ser coherentes estamos formando hombres y mujeres de bien.
Y en este punto nuestra función como padres es vital para orientar a nuestros hijos. Es por ello que nosotros también debemos tener claro todo esto.
La pureza de intención y la coherencia son compañeros inseparables para que exista rectitud.
4. Sé firme en el fondo y suave en la forma.
Cuando se presenten casos especiales es importante saber que se debe ser firmes en el fondo, pero debemos ser suaves al hacer las cosas.
Si explicamos a nuestros hijos con suavidad las cosas es más sencillo que nuestros hijos decidan actuar con rectitud hasta que se haga el hábito y después lleguen a la virtud.
La forma es importante pero el fondo es básico, es lo que no puede cambiar.
5. Tu ejemplo es importante.
Cuando nuestros hijos viven en un ambiente virtuoso es más fácil que lo hagan realidad.
Para esto es importante que nuestros hijos vean que nosotros también vivimos lo que les enseñamos.
Nuestro ejemplo es mucho más importante que nuestras palabras, así que necesitamos actuar coherentemente para mostrar a nuestros hijos cómo se deben hacer las cosas.
Ellos aprenden en todo momento, así que, como reaccionamos nosotros ante las situaciones de la vida, así aprenderán a reaccionar nuestros hijos.
Debemos cuidar nuestras palabras, nuestras acciones y también nuestras reacciones. Debemos cuidar nuestra intención y rectitud para que nuestros hijos aprendan de nosotros a actuar rectamente a pesar de las circunstancias que la vida les presente.
Amables lectores, me despido con la siguiente frase:
“Una vida con rectitud debe manifestarse a través de buenos pensamientos, buenas palabras y buenas acciones”. (Oga)