La salud visual, un pilar fundamental para la calidad de vida, representa más que la mera capacidad de ver. A pesar de los avances tecnológicos y médicos, millones de individuos globalmente enfrentan desafíos relacionados con la visión. Esta problemática se extiende desde errores refractivos no corregidos hasta ceguera derivada de cataratas, trayendo consigo implicaciones socioeconómicas, educativas y emocionales.
Más aún, no debemos subestimar el alto costo económico que implica la pérdida de productividad debido a la ceguera prevenible en adultos entre las edades de 50 y 65 años, causada por defectos refractivos no corregidos y cataratas no operadas. Esta situación le cuesta a México la asombrosa suma de US$4,300 millones al año, según datos de la Agencia Internacional para la Prevención de la Ceguera.
Dentro de este contexto global, México tomó un paso firme en la 74ª Asamblea Mundial de la Salud, celebrada el 27 de mayo de 2021 en Ginebra, Suiza. Se comprometió a intensificar la cobertura efectiva de cirugías de cataratas y corrección de errores refractivos para 2030. Además de la resolución de la OMS, cabe mencionar la Resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas (2021) adoptada por los países miembros: Visión para Todos. Estos compromisos, respaldados internacionalmente, buscan incrementar la cobertura efectiva de errores refractivos en un 40 por ciento y la de cirugías de cataratas en un 30 por ciento. La magnitud del desafío es titánica: se aspira a beneficiar a 800 millones de personas con deficiencias visuales corregibles y a 100 millones que podrían recuperar la visión a través de cirugías de catarata.
Entrando en detalle, las cataratas, que emergen por una opacidad en el cristalino, afectan primordialmente a individuos de mayor edad. Esta opacidad no solo compromete la visión, sino que también menoscaba la calidad de vida y puede ser un factor de riesgo para accidentes. Por otro lado, los errores refractivos, entre los que encontramos miopía, hipermetropía, astigmatismo y presbicia, pueden manifestarse en cualquier etapa vital. Estas afecciones no solo impactan la visión, sino que también tienen consecuencias directas en la calidad de vida, el rendimiento académico y el desempeño laboral.
Es importante destacar que los defectos refractivos no corregidos son la segunda causa de ceguera, después de las cataratas. Además, la prevalencia de la miopía alcanzará a 1 de cada 2 personas para el 2050 si no tomamos medidas inmediatas.
En el ámbito local, es vital destacar el papel fundamental de organizaciones como el Club de Leones. Esta entidad ha sobresalido no solo por implementar programas de intervención, sino también por establecer alianzas estratégicas que amplían su alcance y efectividad. Ha forjado vínculos con organizaciones no gubernamentales, empresas privadas y el gobierno estatal, enfocándose en sensibilizar, prevenir, detectar tempranamente y tratar problemas visuales, mejorando la vida de los habitantes de la región.
Por otro lado, la Universidad Autónoma de Sinaloa se ha convertido en un pilar académico y de investigación. Esta institución no solo ha centrado sus esfuerzos en la investigación en salud pública, sino que también ha desempeñado un papel esencial en la divulgación científica. Ha llevado a cabo investigaciones rigurosas y ha publicado resultados que resaltan la gravedad de los problemas visuales a nivel estatal. Estos hallazgos no solo enriquecen la comprensión del problema, sino que también sustentan decisiones, políticas y estrategias para abordar y mitigar los desafíos en salud visual en Sinaloa.
Para materializar estos ambiciosos compromisos, la sinergia entre entidades gubernamentales, la sociedad civil y organizaciones es esencial. Más allá de las intervenciones médicas, es imperativo trabajar en conjunto para forjar legislaciones que ofrezcan soluciones a largo plazo.
Finalmente, las cataratas y los errores refractivos no son solo problemas médicos, sino desafíos que abarcan lo socioeconómico, educativo y emocional, requiriendo una acción colectiva y decidida. Organizaciones como el Club de Leones y la Universidad Autónoma de Sinaloa destacan por su trabajo en investigación y colaboración. Con apoyo internacional y dedicación local, estamos mejor preparados para enfrentar estos desafíos. Pero debemos actuar rápidamente, ya que la meta es 2030 y el tiempo es limitado. La colaboración entre la sociedad civil, el sector académico y el gobierno es clave para asegurar un futuro con salud visual accesible para todos.