Stephen Covey escribió un famoso libro titulado: Los siete hábitos de las personas altamente efectivas, donde trazó una ruta para ayudar a que las personas consigan mejorar su comportamiento, desempeño, metas y resultados.
Los siete hábitos son los siguientes: Sea proactivo, Comience con un fin en mente, Ponga primero lo primero, Piense en ganar/ganar, Procure primero comprender y después ser comprendido, Busque la sinergia y Afile la sierra.
Tiempo después escribió otro libro titulado: El octavo hábito, el cual definió de esta forma: “Encuentre su propia voz y haga que su voz inspire a otros para que encuentren la suya”.
La voz propia, o voz interior, es la que se consigue escuchar siendo fiel a la propia vocación. Se trata de aquella conciencia y percepción interna que nos permite ser auténticos, despojarnos de cualquier tipo de presión y profundizar en nuestra propio camino, misión y responsabilidad.
Sin embargo, esta constatación no es un producto exclusivo que han logrado conquistar los grandes gurús de la administración o el liderazgo. Desde la antigüedad, innumerables filósofos, místicos y pensadores han reflexionado en esta vital necesidad de escuchar la voz interior.
Lao-Tsé, filósofo chino a quien se ubica en el Siglo VI antes de Cristo, aconsejó: “No importa donde estés, ni lo que te digan que debes hacer. Siempre que tengas una duda, descansa un momento y escucha lo que te dice tu voz interior. No te apresures en tu camino, ni sigas los pasos de otros. Siéntate y descansa un momento y escucha tu voz interior”.
Precisó la importancia de la interioridad con una sencilla y sugestiva comparación: “Hacemos una vasija de un pedazo de arcilla: y es el espacio vacío en el interior de la vasija lo que la hace útil”.
¿Percibo y escucho mi voz interior?
